Como lo encontramos: Llegamos a este hotel no por sus críticas, sino por suerte o por destino. Tuvimos un problema con otro hotel de la ciudad (busca en mi perfil y verás cúal es) y al llamar desde DF, en el mismo día de nuestra llegada, fue el único lugar donde comprendieron nuestras dificultades para confirmar con dinero una reserva y aceptaron simplemente esperarnos... además de darnos una tarifa conveniente. Check-in: este hotel está en un andador, sobre la peatonal, por lo que no se puede llegar con carro/auto en la noche hasta su puerta. Hay que subir una pequeña calle empinada que tiene escaleras. La puerta ya anunciaba algo bello, y al traspasarla quedamos boquiabiertos. Es muy bonito. Nos recibió el sereno (ya que llegamos después de las 9 de la noche) y nos guió a nuestra habitación. Habitación: nos tocó una habitación de 2 ambientes con baño, en el primer piso. Todas las habitaciones se acceden desde el pasillo que se abalcona sobre el patio central, decorado por una bella fuente. La habitación es cálida, decorada al estilo hacienda y con viejas fotos de época. El baño es de cerámicos de Talavera, espacioso, con buen servicio de agua todo el día. La cama era fantástica, con una respaldo de madera tallado muy bonito. Cada habitación tenía un ventilador de techo (muy necesario para sobrellevar el calor de Puerto Escondido). Las sábanas y toallas impecables, el mantenimiento de la habitación también lo es. El Hotel: de mañana seguimos descubriendo el hotel, que además de la fuente tiene un área común del tipo palapa con ventilador, una biblioteca con libros en todos los idiomas, una hamaca colorida y una gigantezca mesa de cemento recubierta de cerámicos de Talavera, además de una heladera donde guardan bebidas que puedes comprar, pero donde también puedes guardar tus propias bebidas. El Hacienda cuenta también con unas habitaciones especiales para estadías prolongadas que son un sueño, con un pequeño patio propio con hamaca, por las que vale la pena preguntar. Ubicación: a metros de la peatonal, sobre la playa central. No es la playa para bañarse, pero se puede ir caminando hasta la zona más popular, o en taxi (a razón de unos 25 MXN, precio fijo) hasta Carrizalillo o las playas al oeste. Nosotros nos hospedamos durante año viejo/ año nuevo, y fue un verdadero placer caminar apenas unos metros para ir desde el restaurant en la playa ¡hasta nuestra cómoda cama! Los anfitriones/dueños: la mejor sorpresa fue conocer a la pareja dueña del hotel. Pablo y Daniela, una pareja de italianos que dejaron Verona por esta hermosa playa del pacífico en México. Pablo con su barba blanca y su estilo descontracturado, Daniela bellísima y elegante, rubia, alta y con ojos celestes, siempre atentos. Anécdotas: teníamos una reserva en nuestro segundo día en Puerto, en un hotel vecino, así que luego de la primer noche (apenas habíamos conocido a Daniela y nos lamentamos con ella de tener que respetar la reserva con el otro hotel) tuvimos que dejar el Hacienda. En el otro hotel tuvimos una experiencia casi "aterradora" que me llevó hasta las lágrimas, así que raudamente volvimos y Daniela nos recibió nuevamente como una anfitriona que realmente se preocupa personalmente por sus húespedes, y calmó mi angustia con una energía casi maternal. Nos aseguró que teníamos lugar en su hotel y nos instó a olvidar el mal momento disfrutando del hermoso día que teníamos por delante. Nos llenó de recomendaciones -junto a su marido Pablo- y se ofreció para lo que necesitemos. De ahi en más, compartimos muchas charlas sentados bajo la palapa, desayunos con melón, historias de nuestros viajes... encontramos el tan esperado relax y felicidad en las noches de año viejo y año nuevo, y muchas escenas para recordar. Check-out: nos despedimos intercambiando correos con Daniela, Pablo incluso se ofreció a llevarnos cuesta arriba hasta la terminal. Todo fue perfecto. Sugiero una visita en especial a aquellos que estén buscando nuevos horizontes, como hicieron alguna vez Pablo y Daniela, ellos tienen mucho para ofrecer.…