Fuimos a comer aquí por lo que todo el mundo va, por ser el lugar más famoso y con más historia en eso de dar de comer mejillones en Bruselas. El establecimiento es inmenso, cuenta con un montón de comedores así como con terraza. Además hay un montón de mesas, un poco incomodas para mi gusto porque están muy juntitas todas, pero parece que es la costumbre por la zona. Todos los días que pasamos por allí y a casi cualquier hora había multitud de gente comiendo mejillones, está claro que el reclamo turístico es importante, pero también vimos a gente local comiendo allí. Destaca de la carta la infinidad de maneras que tienen para preparar los mejillones (empanados, al vapor, gratinados...), creo que dificilmente se encuentra un lugar con más opciones que este en lo que a mejillones se refiere.Nosotros pedimos 2 cervezas grandes de la casa (rubias tipo lager normalitas), una de mejillones al vino blanco con patatas fritas, otra de mejillones empanados con salsa tártara y 2 gofres y nos salió por 60 euros. Es un poco más caro que la media de restaurantes de la ciudad, pero no mucho más. Los precios estan en internet en su web y se pueden consultar. Los mejillones estaban buenos y sabrosos pero tampoco eran nada del otro mundo, y aunque la ración es buena, eran más bien pequeños. Los que sirven gratinados y con salsas parece que tenían mejor tamaño. Los gofres, estaban recién hechos, son de los cuadrados crujientitos y estaban muy ricos acompañados de un helado estupendo. El servicio del camarero que nos tocó fue correcto, tardaron un poco en sacar el postre pero por lo demás todo bien. Es un lugar al que podría volver, pero exclusivamente a comer mejillones.