Si, decepcionante es lo más suave y lo mínimo que puedo decir sobre este hotel.
Acostumbrados a hospedarnos en el Pestana en nuestra frecuentes visitas a Oporto, mi pareja y yo decidimos probar el Carrís en vista de las buenas críticas, su impecable aspecto y porque no decirlo, al tratarse de una cadena de origen gallego, al igual que nosotros.
Así pues, allá fuimos: sin grandes aspavientos, decidimos alojarnos en una habitación estándar, igual que hacemos siempre en el ya mecionado Pestana (aclarar que me refiero a esta cadena como hotel de referencia, ya que están situados prácticamente el uno al lado del otro, y ofrecen un abanico de servicios similar).
Subimos a la habitación, y empieza el despiporre. ¿Una habitación? No, señores. Un zulo. Es imposible caminar por una habitación como esa sin tropezar con algo. Tan ridídulo resulta que incluso la puerta del mueble del minibar ni siquiera abría más de un cuarto de su recorrido, ya que tropezaba con la cama. Ni siquiera han tenido a bien diseñar la habitación para fomentar el consumo.
Cama de matrimonio, pero doble, es decir, camas individuales pegadas la una a la otra, con almohadas realmente imposibles. Al ir al armario (ay, el armario... he visto cajoneras más amplias, colgar un abrigo ahí es imposible, al menos si queremos que cierre la puerta) a buscar más... oh, sopresa: no hay. Mala suerte.
Obviamente, al ser habitaciones contiguas y de un tamaño tan absurdamente pequeño, se escucha a los desafortunados huéspedes de la habitación de al lado cuando hablan, encienden la tele, y otras actividades que dejo a la imaginación del lector.
¿El baño? Bueno, si la habitación es como es, este debe ir en consecuencia. Minúsculo, y con unas ridículas persianas mallorquinas electrícas que cubrían un ventanal que permite la visión del "dormitorio" al baño, y viceversa. Vamos, ni el más mínimo resquicio de intimidad, en caso de que esta se requiera.
Por supuesto, el desayuno no se incluye, y eso aumenta unos módicos 12 euros por persona en caso de querer añadirlo a tan espléndido paquete de comodidades.
Concluyendo. El hotel es precioso en su exterior y en la recepción, los materiales pierden elegancia en los pasillos, y las habitaciones, al menos las "estándar", son un despropósito. Si esto es un hotel de cuatro estrellas, deberíamos empezar a plantearnos que criterios se siguen a la hora de establecer dicha distinción. Un servidor ha estado en pensiones sensiblemente más cómodas, y con presupuestos notoriamente más reducidos.
La experiencia si nos ha servido de algo. No volver a un Carrís ni en Oporto ni en ningún otro sitio, y seguir recurriendo al Pestana cuando regresemos a Oporto.