Decidimos hacer un viaje por el sur argentino y lo iniciamos en El Calafate, luego de buscar lugares y siguiendo sugerencias de distintas páginas optamos por esta hostería y finalmente fue una decisión correcta, ya que nos sentimos como en nuestra propia casa. La calidez en la atención y las sugerencias ante cada duda que se nos presentaba sobre el lugar, lo hacen un lugar personalizado donde te hacen sentir un huésped de verdad y no un número de habitación. El desayuno es contundente y Adriana todas las mañanas con su buena onda te da pilas para arrancar el día y además las habitaciones son muy cómodas para descansar después de un largo día de excursiones. Lo recomiendo sobre todo porque se respira un clima de familia.Más
- Aparcamiento gratuito
- Bar/Salón