Es la tercera vez que me alojo en este hotel y poco más puedo añadir que no lo haya mencionado anteriormente. Estuve el fin de semana del 29 al 31 por el spa y realmente se supera día a día. Esta vez me tocó la planta baja, una de las habitaciones que hay en el pasillo que cruza el bar. Zona muy tranquila al igual que en la primera planta, quizás por haber menos habitaciones aquí, se oía aún menos ruido que las otras veces que me alojé en la planta alta. Éramos dos adultos y como nos dieron una habitación triple, estuvimos muy cómodos en una habitación amplísima con tres camas y sofá. Tuvimos un pequeño percance con la TV pero enseguida nos lo solucionaron, lo que se agradece. El spa como ya comenté la otra vez MAGNÍFICO, cada vez que voy, vengo renovada. Estoy contando los días para repetir que sin duda será este año. La comida del buffet de gran calidad y con variedad suficiente para no comer lo mismo, ya que cada día es distinta. Los postres artesanales muy buenos, el pescado delicioso y las verduras frescas y apetitosas. Un detalle muy importante para mí, es que cuando las bandejas están por la mitad las retiran por las nuevas, todas las camareras están pendientes de que no falte nada, es un puntazo. Las bebidas no son caras y el agua es de litro que la puedes subir a la habitación. Es un hotel muy tranquilo cercano a la playa. A dos pasos de los bazares y de la iglesia. Los sábados ponen un mercadillo de fruta, ropa… Vale la pena caminar y visitarlo. Recomiendo a todo aquel que quiera desconectar de las grandes urbes que lo visite. No se arrepentirá. Si busca animación y fiesta nocturna, la puede encontrar igualmente no muy lejos… Hay para todos los gustos.