Para llegar al santuario principal hay que subir 785 escalones de piedra. Al comenzar el trayecto encontrás tiendas de recuerdos, casas de té, café, etc... y luego se va despejando para dar lugar a la vegetación , los cerezos. Sí vas con tiempo es un paseo que podés realizar tranquilamente, con paradas intermedias, tomando fotografías, admirando el lugar, sintiendo la energía... Una vez que se llega a los 785 escalones, se puede continuar hasta los 1368. Vale la pena.

Es otro de los santuarios - no hay demasiado tiempo en un viaje para visitar muchos, son incontables -, que permite vivir el Japón tradicional y respirar su ambiente, además de poder apreciar su estética. En este caso, exige gran esfuerzo subir hasta el santuario (Konpirasan). Aunque asusta el desafío, es bien factible sin sucumbir al esfuerzo, llega uno a pensar que los 785 escalones - que no son bajos, más bien de cierta altura - son muy asequibles. Una vez arriba, el santuario es bellísimo, y sus alrededores enormemente llamativos, incluidos recuerdos kitsch de la historia y tecnología Japonesa antigua