Ludwig-Maximilians-Universität München es la Universidad de Múnich, en abreviatura LMU. Está formada por varios edificios pero la calle Ludwigstrasse es el eje principal en torno a la cual se organizan las diferentes Facultades. Llegamos al gran espacio cuadrado que forman los edificios principales pero que la calle imperial divide en dos plazas rematadas con dos grandes fuentes cada una que me recordaban a las fontanas de Bernini en la Plaza de San Pedro de El Vaticano. A la derecha (Este) se sitúa la plaza llamada Professor Huber Platz dedicada a Kurt Huber, profesor de esta Universidad y miembro del grupo de resistencia antinazi llamado Rosa Blanca. Nos acercamos a la puerta principal, y la sorpresa que nos llevamos fue encontrar una placa en honor de un ilustre estudiante de teología, llamado Joseph Ratzinger, que muchos años después sería el papa Benedicto XVI. No entramos porque en la guía no ponía nada más, bueno, ni siquiera eso. Cruzamos la calle Ludwigstrasse hacia la parte Oeste de la Universidad para llegar a la Geshwister Scholl Platz, que está justo enfrente de la otra plaza mencionada, y que se la dedicaron a los hermanos Hans y Sophie Scholl como homenaje por haber liderado el grupo de oposición y resistencia al nazismo llamado Die weiße Rose, que significa La Rosa Blanca. Formado por un grupo de veinteañeros cristianos y liderados por Sophie Scholl estaban preocupados por la brutalidad del nazismo, los horrores de la guerra y la locura de Hitler. Esto si que nos interesaba porque estaba escrito en la guía, y porque yo había visto la película de 2005. Así que entramos para ver la exposición dedicada a estos valientes. Como ya es habitual en Múnich no encontramos ningún control de acceso ni medidas de seguridad ni inspección de ningún tipo, ni guardas jurados ni nada parecido, y eso que nuestro aspecto delataba que éramos forasteros y estábamos perdidos en mitad de un lugar extraño para nsotros. Yo disimulaba con mi cámara de fotos intentando plasmar la grandeza de vestíbulo principal con sus escaleras y su patio central iluminado por una gran cúpula translúcida en lo más alto. Parecía que había una gran fiesta de inauguración porque en un minibar improvisado servían cócteles y cafés, y los asistentes estaban vestidos de etiqueta. También había alumnos con sus libros y mochilas que iban de un lado para otro, incluso la oficina de matriculación estaba abierta con una cola de alumnos esperando el turno de formalizar su ingreso en la LMU. Por fin encontramos las señales que nos indicaban la exposición conmemorativa del grupo La Rosa Blanca, que hallamos en el segundo piso, donde subimos para deleitarnos con la iluminación esplendorosa del sol que entraba por los amplios ventanales hacia el pasillo o corredor donde destacaban las columnas y pilastras que sostenían la bóveda de cañon. Además todo pintado de blanco le daban un aspecto académico de limpieza, orden y pulcritud que ya quisieran algunas universidades públicas en España. En los accesos a la Sala dedicada a Thomas Mann habían instalado provisionalmente la exhibición sobre La Rosa Blanca con paneles con la historia de Alemania en ese tiempo, fotos de los protagonistas, audios con sonidos relativos a los hechos, un busto de Sophie Scholl con flores frescas, folletos en varios idiomas incluido español, etc. Yo no estaba satisfecho porque aún no encontraba lo que ponía en el libroguía, unos papeles “fosilizados“ en el suelo que representaban los pasquines que ellos arrojaban para difundir sus ideas. Volvimos a bajar a la planta principal donde la fiesta empezaba a terminarse, unas escaleras más abajo parecía que llevaban a un cuarto pequeño donde creo que instalaron la exposición permanente pero estaba vetado el acceso por algún tipo de obra aunque la puerta la dejaron abierta, y se veía la sala vacía. En otra inspección por la zona descubrimos los lavabos e hicimos uso de ellos. Subimos hasta el último tramo de la escalera monumental por donde se accede a las plantas superiores, que nos sirvió para tomar buenas fotos de la aquitectura de esta institución. Además, creo que fue desde lo alto de estas escalera desde donde Sophie Scholl lanzó sus papeles contra el nazismo según me acuerdo de la película, y ahora acabo de comprobar que así fué. Desesperados bajamos a la puerta para irnos pero se me ocurrió pregunar a una mujer bastante mayor que estaba en recepción, y otra vez nos indicó hacia el segundo piso, incluso nos mostró el ascensor que estaba al lado. Subimos al segundo piso donde ya habíamos visto la exposición. Aburridos ya de todo eso Antonio cogió su Iphone 5S para consultar en Internet datos sobre lo que buscábamos. Encontró la foto de los papeles pero estaban sobre un fondo de adoquines, cosa que allí no había porque estábamos pisando grandes baldosas de mármol. A mi se me ocurrió mirar por la ventana...y allí estaban los adoquines justo antes de acceder a la puerta principal pero ¡¡¡EN LA CALLE!!! rodeados de un grupo de estudiantes. Bajamos volando por el ascensor y de paso me acerqué otra vez a la buena mujer de recepción para indicarle la calle, entonces ella me acompañó hasta la salida y me señaló los más cercanos, porque Antonio se había ido donde estaban otros estudiantes mirándolos. No paramos de hacerles fotos con la Nikon y con los móviles porque después de una hora buscándolos no nos detendrían hasta saciar nuestro ansia de conocimientos. Entre los adoquines han colocado unas baldosas con la estampación de las fotografías de los textos y fotos de los protagonistas, además en un color sepia que recuerda el paso del tiempo pero que a la vez es universal e intemporal, muy duradero. Creo que no los vimos al llegar porque estaban ocultos por grupos de estudiantes que tenían el mismo objetivo que nosotros, ver esta huella de la resistencia contra el nazismo.

Un poco alejada del centro, en la zona universitaria. Llegamos hasta aqui en metro. Es una zona muy tranquila, ideal para relajarse. Los precios por aqui son buenos, ya que hay estudiantes. Las fachadas son antiguas y estan bien conservadas.