Visité el IRT esta tarde por primera vez desde que me mudé recientemente al centro de Indianápolis para ver la producción actual de Frankenstein. Antes de esto, mi única experiencia con el Repertory Theatre fue asistir al espacio de la azotea hace años, cuando estaba en la escuela secundaria. Debo decir que tanto el lugar en sí como la producción fueron fenomenales. El lugar: Teniendo en cuenta que el IRT es un edificio histórico, maravillarse con la arquitectura antes de un espectáculo es una experiencia que vale la pena en sí misma. Después de navegar hasta su asiento frente al escenario One America, disfrutará de una experiencia visual absolutamente encantadora e íntima. No puedo decir que sea más que un aficionado al teatro novato, pero lo que puedo decir es que siempre he amado y admirado la producción teatral y a los actores y actrices que la hacen cobrar vida. No he estado en tantos como me hubiera gustado en este momento, pero me he propuesto asistir cuando mi agenda lo permite. En todas mis experiencias, no me he sentido tan cerca de los artistas ni de la actuación como esta noche. Los asientos no son demasiado abundantes y el escenario no es demasiado gigantesco. El público se envuelve cálida y cuidadosamente alrededor de los artistas y los artistas tienen un espacio acogedor para interactuar entre sí. El diálogo proporcionado es nítido y claro a través de micrófonos bien ecualizados y el audio está muy bien envolvente con lo que parecían parlantes traseros y laterales. La iluminación (que estoy seguro varía de una producción a otra) fue diseñada con buen gusto y mejoró la narrativa sin eclipsarla ni a ella ni a los artistas. Aparte de todo esto, el lugar proporcionó un bar con cócteles especiales temáticos y bebidas no alcohólicas para aquellos como yo que eligen no beber. La producción: Si bien sé que esto pretende ser una revisión del IRT en sí, sería negligente no adorar lo que fue una velada absolutamente encantadora gracias a todos los artistas involucrados en esta producción de Frankenstein de Mary Shelley. La escritura de la producción en sí fue maravillosamente única en el sentido de que no era una recreación estricta del trabajo del autor, sino una descripción de la conceptualización de Shelley de la historia misma durante una velada entre una prolífica compañía literaria. Esto proporcionó amplios momentos para el alivio cómico de lo que de otro modo sería una historia bastante oscura. Los actores y actrices disfrutaron absolutamente de este foco de atención. En lo que creo que fue su debut en IRT, Rebecca Marie Hurd estuvo asombrosa en su papel principal (aunque todos los actores y actrices eran protagonistas en lo que era un conjunto pequeño). Su actuación fue una clase magistral sobre el flujo y reflujo de la excitabilidad, la alegría, la vacilación, la agonía, la consternación y la confianza. La cadencia de su diálogo con múltiples acentos cambiantes fue impecable. Parece que no puedo recordar ni un solo desconcierto en medio de lo que fue un mar de momentos positivos. Como autora misma, a Hurd se le encomendó la tarea no solo de actuar, sino también de ser el ancla y narradora de un clásico atemporal. Para marcar la noche, Hurd hizo caso omiso estoicamente de la presencia del teléfono sin silenciar de un miembro de la audiencia sin perder el ritmo. Personalmente, no puedo esperar a ver la próxima producción en el IRT con el que ella nos honra a todos. Increiblemente bonito. Increíblemente talentoso. Como Victor Frankenstein, Ty Fanning realizó una actuación que parecía alcanzada por el mismo rayo que el personaje principal deseaba aprovechar para hacer su creación. Hubo varios momentos memorables en los que Fanning dominó el escenario con un énfasis atronador. Realmente se podía sentir cómo se perdía en los personajes que interpretó durante toda la noche. Si bien la escritura de la producción les brindó la oportunidad, Fanning, al igual que los demás, no se contuvo a la hora de ofrecer una actuación estelar de drama y puntuación cómica al estilo Jekyl y Hyde. Nate Santana pasó la noche siendo arrastrado de un lado a otro de interpretar a Lord Byron en La criatura de Frankenstein. Era maravilloso en ambos. En un momento particularmente memorable, Santana se encuentra solo en el escenario con un fondo simple, moviéndose de un lado a otro como una monstruosidad confusa que busca comprensión. Sin tantas líneas como algunos de los demás, Santana lo compensó con creces con una actuación física que retrató perfectamente la inocencia ambivalente del descarte físicamente grotesco. La inexperiencia juvenil de The Creature fue palpable cuando la actuación de Santana llegó al clímax tanto de la producción como del dilema interno de The Creature. Como se vio en casi los primeros cinco minutos del programa, Andrea San Miguel se acostumbró a alejar el foco de atención de los demás. En lo que en comparación fue un tiempo algo limitado en el escenario, Miguel aprovechó al máximo cada visita. Varias apariciones provocaron risas audiblemente compartidas entre la multitud. Si bien había claramente un elemento cómico en el programa en general, Miguel lo proporcionó dos veces. Aunque no tuvo tantas oportunidades como algunos de los demás a la hora de mostrar dramatismo, su actuación se sintió como si fuera más madura que la de cualquiera de los demás. Casi parecía como si sirviera para consolar a los demás en su presencia como alguien que había actuado lo suficiente como para simplemente relajarse y provocar tranquilidad y humor en medio de la tensión. Como amigo de la infancia de Frankenstein, Terry Bell le dio chispa a la obra desde el principio. En lo que parecía un distanciamiento perfectamente representado, Bell, al igual que Miguel, se convirtió en un faro de humor desde el momento en que convirtió el cuenco en casco como un cruzado imaginario de la caballería durante la infancia del personaje principal. Bell mostró una gran variedad en sus interpretaciones de una multitud de personajes fundamentales que a menudo servían como vínculos para unir las emociones del personaje en el escenario en un momento dado. En conclusión, quedé absolutamente emocionado con esta producción y cada uno de sus integrantes. No puedo esperar a seguir el resto de las carreras de cada uno de los actores y actrices y espero poder asistir a varias funciones más. En combinación con las actuaciones, la actuación se desarrolló ante una escenografía absolutamente sencilla. Fue suficiente para proporcionar un ambiente narrativo sin distraer demasiado visualmente. les dio a los artistas espacio para emocionarse y al mismo tiempo proporcionó elementos para mejorar la narración. En ocasiones les dio a los intérpretes la oportunidad de descansar, y en otras los provocó a abrazar su talento para mantener el cautiverio de la atención del público. Creo que a la producción le queda una semana o más. Recomiendo encarecidamente la experiencia si estás de visita en la ciudad o vives aquí. Los boletos de $ 75 en promedio valen mucho más que una experiencia de 2 horas en la que uno podría gastar el doble de lo que se desperdicia en una noche de status quo de un evento estándar. Si no puedes asistir a Frankenstein por falta de aviso, hazte un favor y busca un programa en la programación de la temporada. Aunque no frecuentas el teatro, visita el IRT, dale una oportunidad y déjate sorprender por la intimidad de una representación en vivo. Estoy seguro de que al menos disfrutará de una velada en la que podrá disfrutar de algo completamente diferente de lo que tiende a ser una fría repetición robótica del tiempo que pasa mirando televisión.

IRT ahora requiere prueba de vacunación o prueba negativa, incluso para niños de 4 a 11 años. Qué pena que las mascarillas no sean suficientes. Su obra 'A Christmas Carol' siempre ha sido una gran bendición para nuestra familia. Están ofreciendo actuaciones solo para personas vacunadas. Tal vez también podrían ofrecer algo para los no vacunados.