He de comenzar con una recomendación. Este es el único componente de la Alhambra en el que se exige puntualidad, debido al aforo muy limitado. Si se llega tarde, el acceso podría ser denegado y el dinero no es devuelto, así que hay que fijarse muy bien en la hora impresa en la entrada.
Y otro dato práctico: merece la pena alquilar audioguías para esta visita. Esto permite conocer la fascinante historia y las curiosas anécdotas de los palacios y entender mejor la arquitectura y las ornamentaciones. Aunque también es posible —si se está en modo ahorro perentorio, porque la inflación nos está matando a todos— acercarse a algún grupo guíado y pescar alguna información, pero eso sí no hay que pasarse, al fin y al cabo los guías también tienen que ganarse el pan.
El complejo «Palacios Nazaríes», que data del siglo X IV, comprende tres palacios: el Mexuar, el de Comares y el de los Leones. En ellos, hay que resaltar la Sala de los Reyes, el Patio de los Leones, alrededor del cual se encontraba el harén del sultán, y el Patio de Lindaraja. Esta última es la parte que se modificó para alojar a Carlos V y a Isabel de Portugal durante su luna de miel. En todo momento hay que mirar hacia arriba, ya que muchas de las más interesantes ornamentaciones se encuentran en las bóvedas.
La visita culmina al salir a los Jardines del Partal, donde se encuentra el palacio del mismo nombre. Esta es la edificación más antigua de la Alhambra.