Este espacio fue, hace muchos siglos, el primer puerto de la ciudad, cuando Barcelona era romana. Más tarde, y tal como indica su nombre popular, el Moll de la Fusta tuvo funciones de depósito y estiba de madera. Hoy en día, y después de que se remodelara en el contexto de los Juegos Olímpicos de 1992, es un agradable paseo junto al mar perfectamente integrado en la ciudad.
La vida en el muelle
El Moll de la Fusta se bautizó oficialmente con el nombre Bosch i Alsina en honor a este político y empresario catalán que se hizo rico en Cuba. Aun así, como pasa a menudo con muchos espacios emblemáticos, prácticamente nadie utiliza su verdadero nombre.