Hemos ido en este crucero de fin de año, dos parejas de amigos en sendos camarotes, amplios, con magníficos ventanales sobre el Rhin. En el barco habrían unas 250 personas, entre pasaje y tripulación. Nada que ver con los agobiantes cruceros estivales, con mucho lujo pero mucho más pasaje. A bordo se respiraba tranquilidad. La limpieza excelente. La comida, más que aceptable. La atención a bordo, excelente también. Las escalas en las ciudades planteadas te permiten descender del barco y entrar en los cascos históricos, casi siempre muy cercanos. Y si no, fáciles de alcanzar con transporte público o taxi.