Era la segunda vez que iba, la primera había sido más rápida y esta vez pude verlo con calma. Es un museo que me encanta, el edificio solo en sí ya merece la pena.
Me gusta sobre todo la parte del románico y la parte Moderna, donde me detuve mucho es una maravilla, con obras excepcionales.
Además, a diferencia de otras atracciones como la Sagrada Familia, hay buen control y vigilancia de las salas. Que en plena Semana Santa en muchos lugares de Barcelona era caótico. Aquí no, está bien gestionado.