Era algo tarde pero aun teníamos un poco de hambre y encontramos este establecimiento que no había cerrado todavía y tenia una familia consumiendo, por lo que entramos y nos sentamos en la barra.
El chico vino a atendernos enseguida, pedimos una brocheta de langostinos, muy buena y una de salchichón. Relación calidad-precio muy bien. Aunque el local es sencillo y austero en decoración me sentí muy agusto. Me parece buen sitio para hacer un pincho y un vino.
Por lo que hablaban los otros clientes con el chico, que es el propietario, parece que ya llevan unos años con el establecimiento abierto. Antes era un restaurante de carta y mesas.
La verdad que el chico fue muy majo y amable, pues cuando se fueron los otros clientes, aprovecho para cerrar la cortina pero no nos hizo ningún comentario ni meternos prisa para que acabáramos.