No lo conocía (grave error), y ya me había dicho mi hija Laura que tenía que pasarme por 1862 Dry Bar , donde trabaja su compañera de escuela Sonia, joven y preparada coctelera, con inquietudes para seguir aprendiendo. En nuestra visita coincidimos con uno de los barman más veteranos del panorama actual, quizá el de mayor experiencia en Madrid, Angel, con el que pudimos charlar y disfrutar de un sour con notas bitter, al tiempo que aprender de su enorme conocimiento de coctelería clásica.
Local elegante, con cueva al estilo de club de otras décadas y lugar, producto de primera y equipo de primera. Para repetir, sin duda, y así lo haremos el próximo domingo, con uno de sus eventos a modo de menú degustación.