Me apunté a clases de padel nivel principiante, ya que no he jugado en mi vida, y por recomendación de amigos, me decidí por este deporte por ser muy divertido, sociable y fácil de aprender y jugar. Además, el sitio me pilla bastante a mano, así que me decidí por la Ciudad de la Raqueta para iniciarme en padel. Pues bien, para empezar, en la primera clase el monitor ya dio por hecho que yo conocía los conceptos básicos de este deporte. Pero no, si soy principiante, lo soy con todas las letras, no sólo un poquito. Así que me sentí bastante perdida y sin saber cómo colocarme, dónde tenía que ir, etc. En la segunda clase, parece que el chico me prestó algo más de atención y me explicó algunas cosas básicas sobre colocación, saque, algunas jugadas y movimientos... He de decir que alguna compañera tenía un nivel bastante mayor que el resto, pero entendí que es algo dentro de lo normal en estos casos. Tercera clase: tampoco estuvo mal, estuvimos dos personas con niveles muy similares y esto facilitó el aprendizaje. Me sentí cómoda y me marché a casa con un buen sabor de boca. Me lo pasé muy bien: Cuarta clase: tierra trágame. Al principio todo iba muy bien, peloteo, practicamos algunas jugadas… todo correcto hasta que llegó el momento del partidillo. Me sentí humillada y bloqueada. Para nada soy buena en este deporte, hay que recordar que soy nivel principiante y solo llevo 3 clases. Pues bien, no entiendo qué hace en un grupo de principiantes una persona que lleva dos años jugando. Lo lógico es que estuviera en el siguiente nivel. Pero bueno, allá el monitor… El juego de esta chica me pareció muy agresivo y chulesco. Lo veo bien si está jugando con sus iguales, no contra una persona como yo que a penas consigue hacer un saque medio decente. Pero no, estás jugando contra una persona que a penas lleva 3 clases, no entiendo a qué viene esa actitud de superioridad. Lo peor de todo es que el monitor la animaba a seguir jugando así y la alentaba a que continuara haciendo este tipo de jugadas tan agresivas. A mí me hacía indicaciones, claro, pero en una situación así, me bloqueé y no era capaz de reaccionar ni de darle a la bola decentemente. Menudo paquete me sentí, la verdad. No disfruté, me agobié y me marché con la sensación de haber hecho un ridículo espantoso.
Sin duda, no volveré. Me queda una clase por dar, pero me niego a hacer de nuevo el ridículo y a que me humillen como lo hicieron ayer. Se supone que esto es un deporte para disfrutar, no para pasarlo mal. Quiero seguir aprendiendo e intentándolo, pero en esta escuela no va a ser, lo tengo clarísimo.