Se trata de un palacio no tan concurrido si se lo compara con otras atracciones famosas de Roma, pero bien vale la pena, tanto por sus obras de arte y salones, como por su alto valor edilicio. Lo visitamos con poco tiempo y no pudimos recorrer sus salones, ni ver las magníficas obras de la galería Nacional de Arte Antiguo que alberga, de todos modos, el diseño de su arquitectura barroca es estupendo y tan solo ver la increíble escalera helicoidal de Borromini, justifica una visita.