Alessandro Farnese, el futuro papa Pablo III, quería conectar su Palacio Farnese, en la cercana Plaza Farnese, con la Villa Farnesina, situada al otro lado del río Tíber. El arco, fue diseñado por Miguel Ángel, y finalmente fue la única obra que se completó de un conjunto monumental muy ambicioso que incluía un puente sobre el Tíber. El arco, cubierto de hiedra, no tiene ninguna función, sólo una finalidad estética.