Un museo de lo más recomendable para los amantes de la pintura. Como todo lo visto en Roma, la organización es cronológica, de forma que esperarán al final para llegar al sublime Narciso de Caravaggio, sin embargo, antes, se encontrarán con Rafael. Lo bueno de no estar en lo que podríamos llamar el triángulo pop de Roma (foro, Vaticano, etc) es que no encontrarán demasiada gente. Se sorprenderán, además, de los frescos y se determinadas pinturas y salas. Para amantes de lo veneciano: hay una sala en la que se superponen Tiziano, Tintoretto y Greco, como si dijesen que el tercero es consecuencia de los anteriores, acertando desde mi punto de vista. Un gran Museo con una muy buena museología.