Es el ícono de la ciudad, pero por eso, está sumamente concurrida y es difícil apreciarla.
Es un armonioso conjunto con la fuente, el obelisco y la iglesia al final. Hay que pasar por aquí en un paseo a Roma, complementando con la via Margutta y la Piazza del Popolo.
Cuando fuimos no había flores, lo cual le quita algo de belleza; difícil sacar una foto que refleje la belleza del conjunto, y mucho más, fotos con pocos intrusos. Un mirador en un edificio enfrente a la escalera sería impagable.