Viena me pareció una ciudad hermosa, llena de historia, antigua y moderna a la vez. La mejor ciudad que he conocido, la gente muy amable -todos hablan inglés por lo que no fue para nada complicado comunicarme- no vi delincuencia, la gente muy respetuosa de las señales de tránsito tanto peatones como conductores de vehículos, todos respetan al máximo las normas. Fácil de recorrerla en transporte público, está todo señalizado y preparado para el turista. Muy buenos precios, especialmente en la ropa y de excelente calidad, agarré justo las liquidaciones de cambio de temporada y realmente convenían los precios incluso para quienes tenemos mucha diferencia respecto a la moneda local con el euro. Hay que planificar bien todo porque el comercio cierra a las 18hs y los domingos no abren. Recomiendo ir al Museo de Historia Natural y al palacio Schönbrunn.