La recepción es la puerta de entrada de una hotel. Si ya allí la atención es perfecta, más en estos tiempos de pandemia; si se dirigen a ti por tu nombre pues eres el huésped que esperan ese día a esa hora, te hacen pasar a una terraza en la que ofrecen, además de gel hidroalcoholico, una copa de champagne y una toallita refrescante, si te explican el funcionamiento de las instalaciones, si te preguntan que pueden hacer por ti fuera de lo que te han contado, por ejemplo prensa en papel en el desayuno. Si todo eso se cumple es el paraíso. El hotel está situado en lo alto del monte Igueldo, la recepción está en la planta 1, a ras de suelo, en lo alto. El resto es una excavación en la ladera con constantes vistas al mar. Bajando desde recepción la planta 0 está ocupada por el restaurante Oteiza y las terrazas con vistas al mar y con una estupenda biblioteca y sala de estar interior. Impresiona la escalera, maravillosa obra de acero forjado terminada in situ. Las plantas -1 y -2 alojan las habitaciones y el Spa y el gimnasio. Impresiona el vestíbulo de la -1, estoy acostumbrado a ver obras de arte decorando hoteles, pero encontrarte a Paula, una escultura de Jaume Plensa supera cualquier expectativa.. La habitación fantástica, madera, confort en el colchón y las almohadas, tecnología de última generación y un baño espacioso, luminoso. Amenities estupendas, fruta, vino, café y productos de baño de primera calidad. Mención aparte merece la terraza, es cierto que pequeña, pero de mobiliario comodísimo y con unas vistas mágicas. El desayuno es a la carta, en el puedes encontrar lo que quieras, puedes no repetir desayuno durante la estancia, productos frescos, sanos y las elaboraciones calientes estupendas. Durante el resto del día se transforma en el Restaurante Oteiza, con una carta de snaks y otra, digamos más seria, con platos de temporada, vascos y con la mano de Pedro Subijana en todos ellos. Fantástico. Extraordinaria la atención de todo el personal, destacando Maitane en el espacio Oteiza y en recepción Viktor, Kevin y por supuesto José. Un placer que esperamos repetir.…
Hotel con instalaciones y diseño espectacular! Habitaciones muy amplias y confortables. El personal muy atento cuidando cada detalle. Vistas impresionantes!!! El desayuno a la carta fabuloso. Y la cena en el Restaurante Oteiza del hotel fue sublime!
El sitio de la terraza bar es fantástico, el trato del camarero que nos atendió muy bueno pero lo que es IMPRESENTABLE es que tuviéramos que esperar mas 20 minutos para que nos dieran la cuenta ya que el camarero estaba haciendo cócteles solo y no nos podía dar atender y dar la cuenta... solo en un sitio de categoría elevada!!!!. y más IMPRESENTABLE aún es que se lo comentáramos a SUBIJANA y con cierto desprecio y dándose inmediatamente la vuelta, nos contestara que la terraza lo llevaba otra empresa....... también fue muy mal educado el vigilante de seguridad que rondaba por allí. En resumen que no pienso volver aunque las vistas sean bonitas y el hotel tenga un espectacular interiorismo.
Hotel maravilloso, entrar en el hotel es empezar a disfrutar. La arquitectura del hotel, la escalera, los muebles, las vistas desde la habitación, el desayuno, todo está echo para el disfrute de los huéspedes y todo conducido por un gran equipo. Hemos pasados unos días estupendos. Deseando volver otra vez porque nos habéis echo sentir como en casa.
Lugar de disfrute y relajante. Con buen tiempo, terraza maravillosa sobre el mar cantabrico. De la gastronomía, qué decir....!. Siempre en mejora, innovación y renovando viejos platos emblemáticos. Un gustazo!. Servicio excelente, con Jean Marc coordinando con profesionalidad. Un lugar para disfrutar y Muy recomendable!
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