Un lugar que te sorprende por la autenticidad y el magnífico servicio. Producto local magnifícamente cocinado . Un placer por lo auténtico, la calidez del espacio y lo acertado de un servicio muy cercano pero profesional.
Fuimos a la granja 3 días con mascota, y además de tener que pagar un suplemento excesivo (que lo calculan en base al peso de la mascota), nos dieron un habitación pequeña con una ventana súper pequeña que apenas entraba luz, además la mascota tuvo que dormir en nuestra habitación y no nos dieron ni una manta para que se pudiera acostar y no tener que dormir en el suelo, por lo que no entiendo el suplemento, ya que a ellos no les supuso nada adicional que viniese. Por otra parte la habitación no tenía puerta alguna, solamente una cortina súper arrugada y vieja que separaba la habitación del baño. En plena pandemia de la covid, los dueños iban siempre sin mascarilla, rara vez la usaban, servían y hacían la comida sin ella. Tampoco tenías la opción de decidir la cena, te decían: “hemos preparado para vosotros…” por lo que no existía menú ni libertad para elegir comida. Además usaron la excusa de la covid para no limpiar la habitación diariamente, cosa que no tiene sentido alguno puesto que se debería reforzar la limpieza, no al contrario.…
Hemos estado unos días con niños pequeños. Un lugar muy tranquilo, aislado del mundo y del ruido. Los niños han disfrutado muchísimo de la vida de la granja. La dueña, María Jesús, venía a buscarles para que le acompañasen a dar de comer a los animales. La comida muy correcta. Hay que reservar y pedir con antelación, pero sorprendentes los arroces que probamos. Muy recomendable.
Estaba buscando una casa rural en el interior, no muy destartalada, a poder ser que tuviera cocina, piscina y lo más importante, que aceptaran perros (y los trataran bien!). Encontré justo lo que estaba buscando. Escogí una de las dos casas independientes que hay para tener más espacio, independencia y cocina propia, y fue todo un acierto. La habitación/casa es preciosa, decorada con mucho gusto y con todo lo que se puede necesitar, sobre todo en la cocina: una nevera, cafetera, azúcar, sal, vinagre, etc. Es un lujo poder desayunar/comer/cenar en el patio de la casa, bajo una higuera (de la que puedes comerte los higos) escuchando sólo los pájaros. Siendo agosto tenía miedo por los insectos y por el calor, pero ni uno ni lo otro: aire acondicionado por si hay ola de calor, pero por la noche se puede dormir con ventanas abiertas y mosquiteras sin problema. Y hay menos mosquitos que en la ciudad! Solo molestan las moscas, pero como en todas las zonas de campos en verano. Las instalaciones muy bonitas, como en las fotografías. La zona de la alberca es un remanso de paz. Siempre con zonas de sol y de sombra, muchas hamacas y tumbonas, aunque recomiendo los sofás, super relajantes. Es un centro ecuestre y pequeña granja, por lo que hay cuadras con caballos, y un pequeño corral con 3 cabritas, un ganso, un pavo real, gallinas y gallos y un cerdo vietnamita. Mención aparte el "burdégano" (híbrido de caballo y burra) que está suelto y se pasea por todo el recinto, y se nos acercaba todos los días para que le diéramos higos de la higuera. Toda una experiencia. Y aunque hay animales todo está super limpio. Parece mentira que no huelan las cuadras, que están pegadas a la casa! El restaurante (abierto al público general) es una maravilla, con productos locales y ecológicos, aunque la calidad se paga. Los precios son demasiado elevados como para hacer todas las comidas allí (el desayuno 10 €/persona, comida y cena unos 40 € por persona sin vino), ya que no hay menú y se come a la carta, y con reserva previa. Pero alguna comida hay que hacer porque merece la pena (una paella peculiar muy buena y el mejor brownie que he probado nunca). Una gozada la cena en la terraza del restaurante al fresco. El problema es que el pueblo no tiene sitios para comer ni comprar comida, y hay que desplazarse a otros pueblos si se quiere algo. Y tema aparte el trato a las mascotas. Nuestra galga es muy buena y educada y estuvo a nuestro lado en todo momento: tumbada en la piscina, en la terraza del restaurante e incluso en el interior del restaurante! Pagamos un suplemento de 11 € (aunque no estaba indicado en ningún sitio), pero mereció la pena porque disfrutó como uno más de la familia, justo lo que estábamos buscando. La dueña, Mª Jesús, te trata con mucha confianza desde tu llegada, preocupada por tu bienestar sin ser pesada, y eso se agradece. Muy buena anfitriona. Como está a los pies del Benicadell es ideal para hacer senderismo. Nosotros que somos novatos madrugamos e hicimos una ruta fácil que en una media hora te lleva a un manantial de agua natural en una zona de descanso con merenderos, atravesando campos de cultivo y con desniveles no muy pronunciados. Si quieres algo más avanzado, hay otra ruta que sube a la cima del Benicadell, que según dicen es preciosa. Una lástima que por el tema COVID estuviera cerrado el Spa y el gimnasio, pero a cambio hubo una clase de yoga en la zona de la piscina. En resumen, un poco alto de precio, pero la calidad se paga. Probablemente repetiré porque la experiencia ha sido perfecta.…
Estuvimos hace un par de semanas para comer en família. El comedor necesita una limpieza y organización, además de una renovación de mobiliario. Nos ofrecieron dos menús: uno de 28 € y otro de 25€. Poca diferencia en cuanto a los productos. Elegimos el de 35. Unas sardinillas con tomate (sin pena ni gloria ni presentación), un carpaccio de ternera, ídem, y un poco de foie, normalito. Después bacalao, aceptable, hamburguesa correcta, però el entrecot que era de un tamaño muy normal, era para compartir entre dos personas!! Me parece desproporcionado el precio con la cantidad y calidad de la comida. Los postres, insulsos y con una presentación muy "de ir por casa". Entre el servicio, una camarera y la dueña que era un ir y venir de me pongo me quito la mascarilla inconcebible. Me pareció una falta de respeto total, además de falta de higiene. La dueña ni la llevaba y una de las camareras se la tocaba, se la subía o se la bajaba, constantemente hasta que se la quitó. No repetiremos ni lo recomiendo, a pesar de que la piscina es un atractivo. Pero, insisto, necesita una renovación.…
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