Hemos pasado 5 días viendo los fuegos de blanes en este hotel con un niño de 3 años. Lo mejor de todo es el trato del personal, des de la recepción pasando por el servicio de limpieza y sobretodo en restauración. Tanto Ramiro como todo el equipo han estado pendiente en todo momento de nosotros. Cercanos, simpáticos, amables y ante todo profesionales. Comida variada con diferentes básicos tales como pasta, arroz, sopas, ensaladas... Y plancha con opciones de carne y pescado. Desayunos muy completos y para los más dulzones gran surtido de pastas, pasteles, mermeladas, crepes... Para los más salados encontraréis huevos, salchichas, embutidos ... Y como no gran surtido de Panes, cereales... Sin duda repetiremos porque nos hemos sentido como en casa. Tanto Aran i Ana como yo, os agradecemos mucho el servicio. Hasta la próxima…
Muy buen hotel, habitaciones muy correctas y limpias, muy bien el personal y las instalaciones, mucha diversion en la piscina. Gran buffet de desayuno, muy completo y muy buena calidad en el producto.
Hemos pasado un gran fin de semana en familia. El hotel muy buena situación, cercano a playa y de fácil aparcamiento. Camareros muy amables habitaciones limpias y grandes. Desayuno muy variado y bueno.
Hotel situado a pocos metros de la playa,habitaciones con vistas inmejorables, tranquilo, comida variada y muy buena, el personal del hotel atento y muy educado. Es un hotel ideal para ir con la familia, dispone de personal de entretenimiento para los niños. En definitiva lo aconsejo. Repetiremos.
A la puerta de la Costa Brava, a una distancia muy razonable de Barcelona y bien comunicado, este hotel tiene todos los requisitos para ser un lugar idoneo para unas vacaciones de sol y playa tranquilas (Blanes no tiene nada que ver con otros destinos de la costa catalana más masificados) y también para escapadas de puentes o fin de semana desde la conurbación barcelonesa. La ubicación es perfecta, a dos minutos escasos de la playa , un poco apartado de la población, pero perfectamente comunicado mediante un autobús que cubre el recorrido en muy pocos minutos , por un euro el billete, cada media hora y con parada prácticamente frente al hotel. Las habitaciones (por lo menos la que nos dieron a nosotros, esquinera y, por ende, con buenas vistas) son muy confortables, incluídos el baño y la terraza (cuidado con los mosquitos ¡pican!). Los restaurantes, tanto los de Blaumar como los de Blaucel (su gemelo, comunicado por el interior, donde se hacen las comidas de mediodía), en régimen de buffet libre, son amplios y capaces, incluso en agosto. La comida buena y variada, aunque hubo un cambio (a mal) en la calidad y variedad de la oferta a partir del 15 de agosto. Innecesarias las cenas temáticas (mejicanas, asiáticas...). Si se hace algo así hay que hacerlo muy bien, sino más vale ofrecer platos variados de calidad sin más, sin montajes de quiero y no puedo. La piscina pequeña pero correcto, aunque hay que lidiar con niños (y no tan niños) de todo tipo y condición, pero bueno, es un hotel de orientación familiar. Lo peor, curiosamente, es lo que suele ser el punto fuerte principal de muchos hoteles, el personal. O mejor, aquí habría que hablar de la desidía, el desinterés del personal. Un primer aspecto chocante, estando en Blanes y recibiendo una parte del público de Cataluña es que prácticamente nadie habla catalán. Parece que en este y otros aspectos se debería cuidar especialmente el público de proximidad, que es el que puede alargar la temporada, repetir... con más facilidad (no sé que temporada hacen), pero no, ni un detalle que indique voluntad alguna de fidelización. Ellos sabrán. El personal de recepción especialmente frío y con escasas ganas de informar. Nos llegaron a dar informaciones abiertamente incorrectas y, en más de una ocasión, del todo imprecisas. Igualmente, el personal de los restaurantes, o del bar, tenía, en general, una tendencia a ignorarte (para pedir las bebidas, por ejemplo). Esa odiosa imagen del camarero que no mira, que no había encontrado jamás en un hotel (o casi). Aquí, con honrosísimas, pero muy escasas, excepciones. En la piscina no había ningún tipo de vigilancia, a pesar de que cubría holgadamente, por lo menos en la mitad de su superficie. Imposible, por ejemplo, evitar que alguien pusiera música por su cuenta, o se apropiara de la piscina (y de sus alrededores) a base de jugar a hacer "bombas". Nada que decir de la limpieza de las habitaciones ni del personal encargado de ella. Todo impecable. A parte de eso hay que denunciar también los precios del bar, abusivos (incluso en las comidas) y la indefinición y baja calidad de los "espectáculos" nocturnos. Otra oferta que, para darla de esa forma, más vale poner un poco de música enlatada. Pobres y adocenados incluso para el paladar de los turistas menos exigentes. También me pareció abusivo que no hubiera minibar en la habitación y que cobraran tres euros diarios por el alquiler de una pequeña nevera, vacía, naturalmente. En resumen, una buen equipamiento, en una población muy agradable (nada que ver con el personal del hotel), con una playa nada exótica, pero limpia y con todos los servicios y con un agua de excelente calida y (¿cuestión de suerte?) sin asomo de medusas. Si los responsables del hotel se aplicaran con un poco de mimo, sería altamente recomendable. …
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