Al decir que hemos tenido más la sensación de estar invitados en casa de unos amigos que en un hotel creo que lo estoy diciendo todo. No tengo palabras para agradecer a A&A que nos acogieran en su casa, nos dieran estupendamente de comer, nos mimaran durante nuestra estancia y nos aconsejaran sabiamente sobre nuestras actividades. La conversación del anfitrión, la belleza del edificio, la espectacularidad del entorno, la cocina. Todo. Un auténtico lujo. Un verdadero placer. Muchas gracias de nuevo a los dos.
Quiero destacar el trato exquisito que recibimos por parte de los anfitriones, en todo momento se desvivieron por atendernos, intentando complacernos,facilitando itinerarios para conocer y llegar a los sitios que habíamos elegido. En especial queremos dar las gracias a Antonio por su infinita amabilidad y predisposición y a Alicia por su excelentes platos. El palacio y su entorno es digno de elogio, donde se respira calma y tranquilidad.
¿Por donde empezar? Nuestra estancia de 4 días ha sido maravillosa. El palacio es una preciosidad, rezuma clase y encanto. La habitación espaciosa y limpia, la cama grande y comodísima. La acogida de Antonio ha sido impresionante, siempre atento a hacernos la estancia realmente agradable, nos encendía la chimenea mientras nos invitaba a tomar una infusión en uno de sus bonitos salones. Echaremos de menos las conversaciones con el. Hemos cenado las cuatro noches, y la comida de Alicia ha sido impresionante. Por no hablar de esos desayunos en el jardín, con esas vistas tan lindas... Gracias los dos.Esperamos volver pronto. Un abrazo de Carlos y Chus.
El palacio es un edificio precioso, muy bien rehabilitado y con una decoración muy por encima de cualquier alojamiento de su categoría que haya conocido. Las habitaciones son muy amplias y las zonas comunes muy acogedoras. Destacar el silencio de la casa y del entorno. El trato de los dueños es especial, muy cercano. El desayuno, abundante y muy bueno.
Llegué de casualidad. Buscaba algún lugar para hospedarme en Navia y como estaba lleno acabé en el Palacio de Prelo. ¡Una auténtica suerte! . Un palacio restaurado, respetando toda su historia, potenciando su personalidad, haciéndolo único. En un entorno maravilloso, precioso, olvidado quizás... que lo hace todavía más encantador. La habitación impecable, tranquila, hogareña. Me recibieron de la mejor de las maneras, una cena excelente, productos de la tierra. Todo está cuidado, todos los detalles. Y, sobretodo, unos anfitriones, Antonio y Alicia que como no podía ser de otra manera los califico de excelentes.
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