Famosa en todo Asia por su embriagadora mezcla de culturas orientales, la isla de Penang es el crisol de culturas por excelencia de Malasia. Los vendedores junto a la calle ofrecen algunos de los mejores platos de comida callejera, sus parques nacionales tiene playas de arenas blancas y vida salvaje y George Town, ciudad designada por la UNESCO, está llena de coloridas casas que son patrimonio cultural.

Desde luego, las playas son un gran atractivo, pero dispones de muchas más opciones en este conocido destino malasio. Juega con los delicados residentes de una granja de mariposas y explora el aromático paisaje de las granjas frutales y de los jardines de especias tropicales. La impresionante colección de muñecos, juegos y maquetas del Museo del Juguete hará las delicias de los niños y de quienes nunca dejaron su infancia. Ahorra energías para el mercado nocturno, un animado ambiente de puestos donde vienen muy bien las habilidades de regateo más innatas.

Con todos los servicios, y un antiestético desarrollo, de un pueblo portuario tailandés moderno, Ao Nang es un campamento base popular para explorar las islas carso de Krabi. Un largo arco de arena se comparte entre barcos de cola larga mientras dejan en resorts y alborotados bares de playa a las personas que acaban de llegar de viajes de un día.

Phuket ofrece un colorido abanico de espectaculares visitas vacacionales, desde las lagunas azules y los atardeceres rosas hasta los monjes con sus túnicas naranjas. Tuk-tuks de tres ruedas, taxis, autobuses y barcas alargadas transportan a los visitantes de maravilla en maravilla. En la costa sur insular se encuentran sus playas más populares. En cambio, el norte es más tranquilo. Ko Phi Phi, la bahía de Phang Nga y la playa de Patong son algunos de los sitios más populares. Bucear o practicar esnórquel, windsurf y vela son solo algunas de las propuestas activas. Tierra adentro, colinas boscosas, montañas y acantilados aguardan a que alguien los explore.

El paisaje urbano de Singapur parece arrancado de las páginas de un cómic de ciencia ficción. Si estás ansioso por disfrutar de una auténtica experiencia singapurense, prueba un sinfín de comidas en la calle o recibe una clase de cocina cultural. En los jardines botánicos y los Gardens By the Bay podrás degustar un pedazo de paraíso hortícola, y el mirador de Sands Skypark te hará sentir como si volaras sobre las nubes. Las orillas y los senderos a lo largo del río Singapur rebosan del bullicio de la actividad local.

Palacios dorados, mercados flotantes, majestuosas agujas de porcelana… ¿Se trata de un mágico país de hadas? Casi. Es Bangkok. La capital de Tailandia está dividida en 50 distritos únicos. Pásate por el Pratunam Center o Siam Square para hacer las mejores compras y relájate en los jardines de estilo europeo de Dusit. Thon Buri es el hogar del impresionante Templo del Amanecer (Wat Arun) y en Phra Nakhon encontrarás el Templo del Buda reclinado (Wat Pho). Saborea un arroz glutinoso con mango de un puesto de comida antes de toparte con el dorado esplendor del Gran Palacio Real.

Bali es una postal viviente, un paraíso indonesio como sacado de un sueño. Empápate de sol en una playa de fina arena blanca o mézclate con las especies animales tropicales mientras buceas por los arrecifes de coral o los restos del naufragio de un barco de la Segunda Guerra Mundial. En tierra, la exuberante selva alberga templos de piedra y traviesos monos. La “capital artística” de Ubud es el sitio perfecto para ver una actuación de danza típica de la zona, realizar un taller de batik o de platería, o revitalizar la mente y el cuerpo con una clase de yoga.

¿Quieres que tus compañeros de trabajo se mueran de envidia? Suelta como por casualidad: “Este año me voy de vacaciones a las Maldivas”, sobre todo si estáis en pleno invierno. O mejor aún: escápate sin decírselo a nadie y manda luego una postal que diga “¡Ojalá estuvierais aquí!”.

Los santuarios y templos de Kioto ofrecen un vínculo excepcional entre la vida moderna de la ciudad japonesa y su pasado ancestral. El santuario Shimogamo Jinja, por ejemplo, data del siglo VI y parece haberse quedado detenido en el tiempo, con su serenidad y fuerza espiritual aún palpables. Adora al dios sintoísta del arroz en el Fushimi Inari Shrine y haz una reverencia ante las estatuas a tamaño real del kannon de mil brazos armados en el Sanjusangendo Hall. Disfruta con la tradicional representación de una geisha y saborea una tranquila comida en un restaurante con vistas al río Kamo.

Dubái es un destino donde se aúnan la historia, la cultura moderna, la aventura, las compras de lujo y el entretenimiento. Asiste a una representación en el Palacio de la Ópera de Dubái, contempla el centro de la ciudad desde lo alto del Burj Khalifa o pasa la tarde explorando los zocos que jalonan la ría, donde encontrarás artículos de oro, tejidos y especias. Si buscas emociones, puedes sobrevolar las dunas del desierto en un globo aerostático, montar en una atracción hiperveloz de IMG Worlds of Adventure o tirarte en paracaídas sobre Palm Jumeirah.

La tradición se cruza con la cultura pop en Tokio, donde podrás venerar los antiguos templos antes de ir de fiesta a un bar de karaoke. Si te adelantas al alba, podrás vivir la animada subasta de pescado en el mercado de Toyosu y, después, refrescarte con un paseo bajo los cerezos en flor que bordean el río Sumida. Dedica algún tiempo a contemplar los preciosos jardines del este del Palacio Imperial y repasa lo que sabes sobre la historia de Japón en el Museo Edo-Tokyo. No olvides comer todo el sushi, los fideos udon y los wagashi (dulces japoneses) que aguante tu estómago.

El Archipiélago de Zanzíbar, situado en el océano Índico a unos 25 km de la costa de Tanzania, es un lugar sobrecogedor al que escaparse del mundo. Aquí disfrutarás de aguas cristalinas de color turquesa, bancos de arena con aguas poco profundas perfectas para el vadeo e islas casi desiertas y apenas frecuentadas por los turistas. Explora Stone Town, el barrio antiguo de la ciudad de Zanzíbar, declarado Patrimonio de la Humanidad. O también puedes ir de playa en playa, cada cual mejor que la anterior, entre pueblecitos de pescadores.