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Con una amplia playa arenosa, grandes hoteles y una cómoda proximidad con Colombo, Negombo es uno de los resorts más populares de Sri Lanka. Más allá de su arena se encuentra una mezcla interesante: un canal construido en la época colonial y una fortaleza desmoronada, un animado mercado de pescados, comunidades tradicionales de pescadores y una laguna rica en vida salvaje.
Kandi, que se encuentra alrededor de un pintoresco lago, es una ciudad designada por la UNESCO que cuenta con monumentos sagrados, jardines paisajistas y museos culturales. Más allá de la ciudad, un bosque nuboso y plantaciones tropicales se expanden a lo largo de las laderas de la montaña, por lo que encontrarás muchas oportunidades de excursionismo y de avistamiento de vida salvaje, mientras que los elegantes resorts se alinean con el río Mahaweli.
Llamada la “Pequeña Inglaterra” por su clima frío y sus bungalows de la era colonial, Nuwara Eliya ofrece un paisaje mucho más dramático que el de Gran Bretaña. Montañas bañadas de neblina y plantaciones de té en hileras rodean la antigua estación sobre la colina, mientras que abundan cervecerías de primer nivel.
Situada en la costa sudoeste de Sri Lanka, Galle lleva su historia a flor de piel. Playas ventosas y palmeras que se balancean rodean este modelo de la era colonial, un fuerte construido en el siglo XVI por los portugueses, mientras que el resto de la ciudad está decorada con casas de estilo holandés, tiendas extravagantes, mansiones blanqueadas y museos patrimoniales.
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Destinos populares con Hoteles con desayuno de cortesía
Dubái es un destino donde se aúnan la historia, la cultura moderna, la aventura, las compras de lujo y el entretenimiento. Asiste a una representación en el Palacio de la Ópera de Dubái, contempla el centro de la ciudad desde lo alto del Burj Khalifa o pasa la tarde explorando los zocos que jalonan la ría, donde encontrarás artículos de oro, tejidos y especias. Si buscas emociones, puedes sobrevolar las dunas del desierto en un globo aerostático, montar en una atracción hiperveloz de IMG Worlds of Adventure o tirarte en paracaídas sobre Palm Jumeirah.
Bali es una postal viviente, un paraíso indonesio como sacado de un sueño. Empápate de sol en una playa de fina arena blanca o mézclate con las especies animales tropicales mientras buceas por los arrecifes de coral o los restos del naufragio de un barco de la Segunda Guerra Mundial. En tierra, la exuberante selva alberga templos de piedra y traviesos monos. La “capital artística” de Ubud es el sitio perfecto para ver una actuación de danza típica de la zona, realizar un taller de batik o de platería, o revitalizar la mente y el cuerpo con una clase de yoga.
A lo largo de los siglos, muchas culturas han dejado huella en esta estimada tierra. Hoy, puedes experimentar esas influencias de primera mano explorando los mahalles (barrios) de Estambul. Con los lugares sagrados de Sultanahmet, la elegancia europea del siglo XIX de Beyoğlu, la alta costura de Nişantaşı, la vibrante sociedad del café de Kadıköy y las calles de Beşiktaş donde hay pasión por el fútbol, no es de extrañar que los viajeros digan que Estambul no es solo una ciudad, sino muchas ciudades en una.
Tristemente célebre hace unos años por su contaminación, su tráfico y su arquitectura chabacana, Atenas es hoy una ciudad reformada gracias a los ingresos que le aportaron los Juegos Olímpicos de 2004. Parques y calles impecables, un metro ultramoderno, nuevas autovías, un aeropuerto accesible y toda la señalización en perfecto inglés facilitan la navegación por la ciudad. Los sofisticados enclaves turísticos de Atenas merecen algo más que una breve parada de camino a las islas. Entre ellos se cuentan algunos de los principales bastiones de la historia occidental, desde la Acrópolis hasta el Templo de Zeus Olímpico, pasando por los tesoros del Museo Arqueológico Nacional.
La tradición se cruza con la cultura pop en Tokio, donde podrás venerar los antiguos templos antes de ir de fiesta a un bar de karaoke. Si te adelantas al alba, podrás vivir la animada subasta de pescado en el mercado de Toyosu y, después, refrescarte con un paseo bajo los cerezos en flor que bordean el río Sumida. Dedica algún tiempo a contemplar los preciosos jardines del este del Palacio Imperial y repasa lo que sabes sobre la historia de Japón en el Museo Edo-Tokyo. No olvides comer todo el sushi, los fideos udon y los wagashi (dulces japoneses) que aguante tu estómago.
Más de 56 millones de litros de agua brotan cada día a borbotones de los 118 manantiales y perforaciones de Budapest. Los balnearios de la ciudad ofrecen un surtido sorprendente de baños, desde las aguas cristalinas del balneario Gellert hasta el enorme balneario neobarroco Szechenyi de 1913, sin olvidar el Rudas, un espectacular baño turco del siglo XVI de arquitectura otomana original. Budapest, la "Reina del Danubio", es además una ciudad de gran riqueza y belleza históricas, culturales y naturales. Prepara la cámara para inmortalizar las ruinas romanas del Museo de Aquincum, la Plaza de los Héroes y el Parque de las Estatuas, así como la cúpula de más de 90 metros de la Basílica de San Esteban.
En Viena, una cafetería no es solo un lugar: es una institución. Un tranquilo desayuno con un periódico, un pastel y un fuerte expresso es, según la UNESCO, un pasatiempo oficial de la cultura vienesa. Baja el trozo de tarta Sacher que habrás degustado con una visita autoguiada por la impresionante arquitectura tradicional, secesionista y moderna de la ciudad, como el Palacio Imperial (Hofburg), la Ópera estatal de Viena, el Kirche am Steinhof o el Kunsthistorisches Museum, un ejercicio de ornamentada geometría.
Roma tampoco se puede visitar en un día. La ciudad parece la sala de exposiciones de un enorme museo al aire libre, un collage en la vida real de piazzas, mercados exteriores e impresionantes enclaves históricos. Echa una moneda en la Fontana di Trevi, déjate impresionar por el Coliseo (Colosseo) y el Panteón, y recarga las pilas con un cappuccino para disfrutar de una tarde de compras en Campo de' Fiori o Via Veneto. Híncale el diente a un plato de pasta fresca, unas suculentas alcachofas fritas o un tierno estofado de rabo de buey; será una de las mejores comidas de tu vida.
Tanto por sus góndolas, sus canales, sus magníficos restaurantes y su atmósfera romántica para el recuerdo, Venecia es sin duda una de las ciudades que hay que visitar antes de morir. Los palazzos, palacios e iglesias al pie del agua persuaden al que transita por el Gran Canal de estar navegando por el interior de un cuadro. Para sentir Venecia de verdad, tienes que ir a la ópera o a una representación de música clásica, picotear un poco de pasta fresca y pastas de repostería, y entretenerte en las salas de exposiciones de alguna galería de arte. Los amantes de las marcas se quedarán embobados con las magníficas compras que se pueden hacer en la Piazza San Marco (Plaza de San Marcos).
Praga, con su encanto bohemio y rasgos propios de un cuento de hadas, es el destino perfecto para los veraneantes que estén cansados de playa y prefieran zambullirse en un mar de cultura. Se podría dedicar un día entero a explorar el Castillo de Praga (Prazsky hrad) y, después, cargar las pilas con una copiosa cena en alguna clásica taberna checa. Dedica un rato a pasear por la plaza de la ciudad vieja (Staromestske namesti) antes de ir a admirar el antiguo ayuntamiento y el reloj astronómico (Staromestska Radnice). Los mejores bares de Praga se encuentran en sótanos; el visitante nocturno encontrará cobijo en alguno de los pubs rebosantes de historia para disfrutar de la bebida tradicional.
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