Famoso por su larga playa arenosa, la costa oeste de Hikkaduwa también cuenta con buenas olas para los surfistas, arrecifes para quienes quieren hacer esnórquel, además de hoteles, restaurantes y bares junto a la arena. Agrégale un templo en la isla, un museo del tsunami y un santuario de tortugas, y tendrás uno de mejores lugares para disfrutar de vacaciones en la playa de todo Sri Lanka.

Kandi, que se encuentra alrededor de un pintoresco lago, es una ciudad designada por la UNESCO que cuenta con monumentos sagrados, jardines paisajistas y museos culturales. Más allá de la ciudad, un bosque nuboso y plantaciones tropicales se expanden a lo largo de las laderas de la montaña, por lo que encontrarás muchas oportunidades de excursionismo y de avistamiento de vida salvaje, mientras que los elegantes resorts se alinean con el río Mahaweli.

El Archipiélago de Zanzíbar, situado en el océano Índico a unos 25 km de la costa de Tanzania, es un lugar sobrecogedor al que escaparse del mundo. Aquí disfrutarás de aguas cristalinas de color turquesa, bancos de arena con aguas poco profundas perfectas para el vadeo e islas casi desiertas y apenas frecuentadas por los turistas. Explora Stone Town, el barrio antiguo de la ciudad de Zanzíbar, declarado Patrimonio de la Humanidad. O también puedes ir de playa en playa, cada cual mejor que la anterior, entre pueblecitos de pescadores.

Más de 56 millones de litros de agua brotan cada día a borbotones de los 118 manantiales y perforaciones de Budapest. Los balnearios de la ciudad ofrecen un surtido sorprendente de baños, desde las aguas cristalinas del balneario Gellert hasta el enorme balneario neobarroco Szechenyi de 1913, sin olvidar el Rudas, un espectacular baño turco del siglo XVI de arquitectura otomana original. Budapest, la "Reina del Danubio", es además una ciudad de gran riqueza y belleza históricas, culturales y naturales. Prepara la cámara para inmortalizar las ruinas romanas del Museo de Aquincum, la Plaza de los Héroes y el Parque de las Estatuas, así como la cúpula de más de 90 metros de la Basílica de San Esteban.

La romántica Nápoles, a dos horas al sur de Roma, es la ciudad más grande del sur de Italia. Goza de algunos de los mejores palacios de ópera y teatros del mundo y a menudo se dice que es un museo al aire libre, por la profusión de estatuas y monumentos históricos que alberga. Cuando el sol se ponga en la bahía de Nápoles, acércate al paseo de la playa, frecuentado por familias. Los hallazgos recuperados de Pompeya y Herculano, destruidos por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., se pueden contemplar en el Museo Archeologico Nazionale. También puedes deleitarte con el arte y la arquitectura del Museo Cappella Sansevero, construido a finales del siglo XVI.

El pintoresco casco antiguo de Tallin es una cautivadora mezcolanza de calles y agujas medievales. Es una ciudad pequeña y las zonas turísticas son seguras y fáciles de explorar a pie. Hágase con una Tallinn Card si tiene la intención de utilizar autobuses y tranvías. Para sumergirse en el pasado de Tallin, visite el Museo al Aire Libre Rocca-al-Mare, donde podrá hacerse una idea de cómo eran las tabernas rurales, los molinos de viento y los molinos de agua típicos de Estonia. Contemple la cúpula de la catedral de 1900 o únase al bullicio de la histórica plaza del Ayuntamiento. La aguja de San Olaf fue en tiempos la más alta del mundo.

Roma tampoco se puede visitar en un día. La ciudad parece la sala de exposiciones de un enorme museo al aire libre, un collage en la vida real de piazzas, mercados exteriores e impresionantes enclaves históricos. Echa una moneda en la Fontana di Trevi, déjate impresionar por el Coliseo (Colosseo) y el Panteón, y recarga las pilas con un cappuccino para disfrutar de una tarde de compras en Campo de' Fiori o Via Veneto. Híncale el diente a un plato de pasta fresca, unas suculentas alcachofas fritas o un tierno estofado de rabo de buey; será una de las mejores comidas de tu vida.

Tanto por sus góndolas, sus canales, sus magníficos restaurantes y su atmósfera romántica para el recuerdo, Venecia es sin duda una de las ciudades que hay que visitar antes de morir. Los palazzos, palacios e iglesias al pie del agua persuaden al que transita por el Gran Canal de estar navegando por el interior de un cuadro. Para sentir Venecia de verdad, tienes que ir a la ópera o a una representación de música clásica, picotear un poco de pasta fresca y pastas de repostería, y entretenerte en las salas de exposiciones de alguna galería de arte. Los amantes de las marcas se quedarán embobados con las magníficas compras que se pueden hacer en la Piazza San Marco (Plaza de San Marcos).

Florencia es el sueño de todo historiador de arte. La Galleria dell'Accademia rebosa de obras de Miguel Ángel, que está sepultado entre las paredes pintadas al fresco de la Basilica di Santa Croce. Los fotógrafos principiantes pueden hacer fotos del Ponte Vecchio y los compradores profesionales pueden pasar una feliz tarde paseando por las tiendas de la Piazza Santo Spirito. La cocina toscana rinde homenaje a la generosidad de la región. Empapa un trozo de pan crujiente en una generosa cantidad de aceite de oliva autóctono y degústalo: entrarás de inmediato en un verdadero paraíso.

Mientras los turistas acuden en tropel a visitar Venecia, Florencia y Roma, Bolonia resulta relativamente tranquila en comparación. Esta ciudad universitaria medieval es encantadora, histórica y entretenida de explorar. Además, descubrirás que su gastronomía está a años luz de la mortadela que lleva su nombre.

Cortina d’Ampezzo, en lo alto de las Dolomitas, ostenta 140 pistas de esquí y más de 80 Km. de pistas de esquí nórdico. Adorada durante décadas por los amantes de la alta sociedad por su ambiente après-ski, Cortina, que se sitúa en el centro del Valle d’Ampezzo, ha sido escenario de varias películas, entre ellas “Máximo riesgo” y “007 Sólo para tus ojos”.