Los más de diez kilómetros de playas de Bournemouth, junto con su microclima excepcionalmente cálido, hacen que sea uno de los destinos predilectos de los viajeros del Reino Unido. Aquí hay algo para todo el mundo, tanto si eres un fanático de los deportes acuáticos (¡prueba con unas clases de surf!) o simplemente quieres que tus hijos chapoteen en aguas tranquilas. Si quieres vivir unas vacaciones tradicionales en Bournemouth, alquila una cabaña clásica en la playa.

Stonehenge, el misterioso monumento prehistórico que se encuentra a unos trece kilómetros de Salisbury, supone una importante fuente de ingresos para la economía local. Con una historia que se remonta a 5.000 años atrás, es normal que Salisbury y su entorno rebosen de lugares dignos de visitar; entre los más destacados están su catedral, los jardines de Longleat y Stourhead y, por supuesto, Stonehenge.

Isle of Wight es el sitio perfecto para disfrutar de la paz, de la tranquilidad y de la belleza natural. Salvo tal vez en verano, cuando el festival Isle of Wight Festival atrae a visitantes de todo el mundo. En 1970, este festival se convirtió en el acontecimiento de rock más grande jamás celebrado. Se le conoció como el Woodstock británico y en él tocaron Jimi Hendrix y The Who. Lo cierto es que esa semana no hubo ni mucha paz ni mucha tranquilidad. La isla también es conocida a nivel mundial por el deporte de vela y sus complejos turísticos, lugares de vacaciones desde la época victoriana.

Al suroeste de Londres, se encuentra Southampton ("Soton" para los lugareños), una zona metropolitana que crece alrededor del puerto. Sin embargo, en las escondidas calles secundarias encontrarás joyas del pasado como la Tudor House, la Mottisfont Abbey y la "God's House", un museo ubicado en una torre de la muralla medieval. El ultramoderno museo Sea City Museum rememora el pasado marinero de Southampton y el RMS Titanic. Los viajeros que quieran disfrutar de la vida nocturna pueden bailar durante toda la noche en bares y discotecas y deleitarse con la música en directo gracias a las facilidades que ofrece el transporte público.

Presidida por la catedral en la que está enterrada Jane Austen y el castillo medieval, sede de la Mesa Redonda del Rey Arturo, Winchester nos abre las puertas de su historia. Un laberinto de calles empedradas y edificios de entramado de madera alberga antiguos pubs ingleses, cafeterías tradicionales, mercados animados y tiendas de artesanía.

Con un histórico astillero que aloja el barco Mary Rose de Enrique VIII y el barco HMS Victory de Lord Nelson, Portsmouth tiene patrimonio marítimo reflejado en cada rincón. Pero además de los museos, la ciudad sigue viviendo y respirando el mar, lo que se ejemplifica mejor mediante su espíritu náutico, su distrito histórico adoquinado y su mirador con forma de vela, la torre Spinnaker.

Glastonbury, que suele ser un lugar tranquilo agraciado con un terreno perfecto para dar paseos, es un lugar muy concurrido en verano debido a su festival de música. Conocido sobre todo por su música contemporánea, el festival ha atraído a casi 200.000 personas en los últimos años (mientras que la población de Glastonbury el resto del año es de unos 9.000 habitantes). En la zona hay varios monumentos históricos que vale la pena ver, como Glastonbury Lake Village, Glastonbury Abbey y el Somerset Rural Life Museum. No podemos decir que siempre haga buen tiempo, pero si hace sol, ¡aprovéchalo bien!

Conocida por sus milagros reparadores, Bath fue el hogar de Jane Austen. Al pasear por sus calles, te sentirás como si fueras un personaje de sus novelas. Aproximadamente 5.000 edificios de la ciudad captan la atención del visitante por su mérito arquitectónico. Después de pasear, sumérgete en las aguas termales del Thermae Bath Spa, que antaño figuraron entre las favoritas de los celtas y los romanos.

Bristol es una extravagante ciudad británica con hermosas vistas a las colinas y numerosos enclaves históricos que explorar. Si te interesan los barcos, disfrutarás como nadie a bordo del SS Great Britain de Brunel, el primer gran transatlántico del mundo, y del Matthew, una réplica de la embarcación que llevó a John Cabot a América en el siglo XV. El airoso puente suspendido de Clifton es otra visita que no te puedes perder.

Las suaves brisas marinas, las playas de arena y las palmeras mecidas por el viento aportan a la pequeña localidad inglesa de Torquay el aire mediterráneo que la caracteriza. Es mucho más que un destino de playa, con su enorme aviario en la costa y las famosas cuevas prehistóricas de Kents Cavern. Agatha Christie pasó la mayor parte de su vida en esta ciudad que en la actualidad es sede de numerosas compañías cinematográficas. Con una historia literaria tan completa, Torquay puede ser el sitio perfecto donde terminar de escribir el libro o el guion que tienes entre manos o, simplemente, relajarte con una buena novela de misterio.

Logroño permanece sin descubrir entre los viñedos de La Rioja, por lo que ofrece el sabor del norte de España sin las multitudes de sus vecinos vascos. En este antiguo pueblo junto al río, una asombrosa avalancha de bares de tapas ofrece pinchos del tamaño de un bocado y vino tinto local.

En Madrid hay tantos edificios con aspecto de castillo, que creerás haber entrado en un cuento de hadas. Incluso el ayuntamiento es sorprendente, con sus pináculos blancos y características neogóticas. Un recorrido autoguiado por la arquitectura podría empezar en la gran estatua del oso en la céntrica Puerta del Sol. Paséate por el fantástico Palacio Real antes de impregnarte de la belleza natural del Parque del Retiro y, después, visita alguno de los muchos museos de la ciudad. Podrías rematar de forma ideal cada día con un poco de paella y pequeños sorbos de rioja.

Al sur de la capital de Mallorca, las costa dorada de Playa de Palma está delineada por hoteles de lujo, restaurantes internacionales y animados bares. Popular entre juerguistas, el resort también ofrece instalaciones para deportes acuáticos y fácil acceso al aeropuerto, lo que lo hace un sitio muy cómodo para cualquier amante del sol.

Disfruta de sus seis kilómetros de doradas playas, practica el esquí acuático en el mar Mediterráneo o date una vuelta por el paseo marítimo de Benidorm, para descubrir su encanto: es una verdadera belleza de la española Costa Blanca. El centro histórico de esta ciudad, que originariamente fue un pueblo de pescadores, sorprende por su iglesia coronada por una cúpula azul del siglo XVIII y sus pintorescas callejuelas. Todos los que suben a las montañas colindantes de Canfali pueden contemplar unas preciosas vistas panorámicas y, en las cuevas rocosas cercanas, los amantes del submarinismo pueden descubrir una increíble riqueza submarina. Para acabar el día, disfruta del sol y de un buen festín de marisco del lugar.

Dado que Málaga es la cuna de Pablo Picasso, también podría conocerse como la cuna del cubismo. Se trata de una de las ciudades más antiguas del mundo, ya que fue fundada por los fenicios en el siglo VIII. No resulta sorprendente que Málaga sea una ciudad llena de arte, donde se puede disfrutar de exposiciones dedicadas a vidrio y cristal, coches clásicos, instalaciones contemporáneas y, por supuesto, el trabajo de Picasso. Camina entre plataneras y preciosas fuentes por el Paseo del Parque y visita el casco antiguo, donde podrás calmar tu sed en algún bar tipico.

Conquistar Nueva York en una visita es imposible. En vez de eso, visita lo que no debes perderte (el Empire State Building, la Estatua de la libertad, Central Park y el Metropolitan Museum of Art) y, después, explora lugares menos transitados como The Cloisters o alguna de las bibliotecas de la ciudad. Date un gusto en las bohemias tiendas del West Village o con una deliciosa comida en el Upper West Side. El bullicioso mercado que alberga la Grand Central Station literalmente te hará saborear lo mejor de la ciudad.