Rennes, la encantadora capital de Bretaña, alberga suficientes casas con entramado de madera y calles empedradas como para sentirse transportado a la Francia medieval. Sin embargo, esta ciudad universitaria, lejos de ser aburrida, cuenta con museos de arte, cafeterías con terraza y el frondoso parque de Thabor.

Saint-Malo, aunque se construyó originalmente para hacer de ciudadela amurallada que vigilase la desembocadura del río Rance, albergó durante siglos a temidos piratas. No obstante todos son ya meros espíritus de los mares y la ciudad es ahora la más visitada de Bretaña. Pasea por las bulliciosas calles del casco antiguo reconstruido y por las enormes playas, y que no se te olvide hacer una parada en la Grande Porte, Port St-Vincent, el castillo de la ciudad, que alberga el Musée de la Ville y el Grand Aquarium.

La ciudad de Bayeux, en el norte de Francia, es más conocida por el tapiz que lleva su nombre en el que se representa la conquista normanda del siglo XI. Por supuesto, lo podrás ver en el Museo del Tapiz de Bayeux. El lugar original de la obra era la Catedral de Bayeux, que todavía se yergue en la ciudad, un poco como una tarta de boda gótica. En su interior encontrarás murales con ricos detalles e inquietantes criptas. Bayeux supone un punto de partida excelente para visitar los importantes lugares de la Segunda Guerra Mundial que encontrarás no muy lejos de allí.

Angers, que supo ser una de las potencias de la Francia medieval, ofrece una emocionante mezcla de historia y animada cultura universitaria en el límite del valle del Loira. Muchos cafés y museos se despliegan debajo de las casas con entramado de madera en un casco antiguo dominado por la fortaleza Chateau d’Angers.

A mediados de junio, Le Mans da la bienvenida a los entusiastas del automóvil quienes, procedentes de todas partes del mundo, vienen en masa para ver las 24 horas de Le Mans. Es una ciudad que tiene mucho ambiente, tanto diurno como nocturno, y mucho que ofrecer desde el punto de vista turístico: el visitante puede disfrutar visitando el Vieux Mans, la Place de la Republique, sus restaurantes, cafés y bares…

El centro histórico de Caen, con sus monumentos medievales, sus iglesias romanescas y sus conmovedores monumentos, es testamento de la problemática historia de esta ciudad portuaria, que quedó atrapada entre fuegos en las guerras más importantes de Normandía. En la actualidad, una próspera población de estudiantes le otorga modernidad, por lo que encontrarás numerosos bares, restaurantes y mercados.

Brujas es un tesoro de maravillas históricas, arquitectónicas y artísticas. Los museos están llenos de la obra de artistas flamencos antiguos y contemporáneos. Nombrada Patrimonio Mundial por la UNESCO, en el centro de la ciudad encontrarás abadías y casas del siglo XV, como Hof Bladelin, que se ha conservado de una forma increíble. Antaño un centro de fabricación de relojes, en el siglo XIII, Brugge (Brujas) puede que se haya convertido en uno de los principales destinos elegidos por los turistas, pero su riqueza de canales por los que pasear y ornamentadas casas, además del encanto medieval de la ciudad, no se han perdido. Las calles peatonales del centro histórico se encumbran en agujas y florituras góticas.

Con los montes Rigi y Pilatus y los Alpes como telón de fondo, Lucerna es uno de los destinos turísticos más visitados. En esta antigua ciudad suiza abundan los puentes cubiertos más antiguos de Europa, así como las calles adoquinadas, las iglesias barrocas y las casas cargadas de historia adornadas con frescos. Únete a los lugareños en las regatas de Rotsee, en los campos de golf, haciendo senderismo, montañismo o nadando. Un trayecto en teleférico o un crucero en barco de vapor te permitirán disfrutar de unas vistas imponentes…

Barcelona tiene un aire de surrealismo, lo cual es apropiado, ya que Salvador Dalí vivió un tiempo en la ciudad y el arquitecto catalán Antoni Gaudí diseñó varios de sus edificios. Al entrar en el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia se tiene la sensación de haber pasado al otro lado del espejo; un viaje que se puede continuar con una visita al Parc Güell. Saborea una sangría en la terraza de alguna cafetería en Las Ramblas mientras observas a los llamativos artistas callejeros y crea tu propio banquete móvil tapeando de bar en bar.

Edimburgo, la capital de Escocia, es famosa por sus tradiciones, patrimonio cultural y festivales. Da un largo paseo por el centro de esta ciudad para descubrir las zonas declaradas Patrimonio de la Humanidad dentro del casco viejo y la ciudad nueva, así como sus museos y galerías. Haz una parada para degustar los deliciosos manjares hechos con productos frescos del país antes de acudir a alguno de los numerosos eventos que se celebran en Edimburgo, como los famosos acontecimientos culturales de verano o los festivales de invierno en los que predominan la música, los juegos de luces y las céilidh.

Un resort relajado en las costas este de Mallorca, Cala Millor ofrece sol, mar y paisajes que se encuentran a la par de sus hermanas de la costa oeste, pero sin el comportamiento bacanal. En su lugar, una amplia playa, caletas rocosas y bares relajados atraen a familias que buscan una estadía sin estrés.

Sevilla, que fue fundada en sus orígenes como ciudad romana y ahora acoge tres sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, rebosa del encanto de la antigüedad. El complejo palaciego del Alcázar es un imponente collage de estilos arquitectónicos y la catedral te impresionará por su belleza y por ser el lugar de sepultura de Cristóbal Colón. El Metropol Parasol es la mayor estructura de madera del mundo: una descomunal mezcla de líneas onduladas y entramados que alberga un mirador y una zona comercial.

Roma tampoco se puede visitar en un día. La ciudad parece la sala de exposiciones de un enorme museo al aire libre, un collage en la vida real de piazzas, mercados exteriores e impresionantes enclaves históricos. Echa una moneda en la Fontana di Trevi, déjate impresionar por el Coliseo (Colosseo) y el Panteón, y recarga las pilas con un cappuccino para disfrutar de una tarde de compras en Campo de' Fiori o Via Veneto. Híncale el diente a un plato de pasta fresca, unas suculentas alcachofas fritas o un tierno estofado de rabo de buey; será una de las mejores comidas de tu vida.

Con un casco antiguo bien preservado, arquitectura moderna y un carnaval designado por la UNESCO, la capital de Tenerife compite fácilmente con sus hermanas tierra adentro como destino cultural español. La ciudad portuaria es un importante foco de atención de las Islas Canarias, con playas templadas, reservas naturales y vida nocturna cosmopolita.

Goreme es una ciudad literalmente excavada en la roca volcánica que abre paso al Parque Nacional de Goreme, una vasta extensión declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en cuyo seno encontrarás espectaculares ermitas rupestres de los siglos 10 y 11. El parque en sí es famoso por sus formaciones rocosas en forma de chimeneas y es uno de los favoritos de los excursionistas. También es una zona magnífica para probar la gastronomía y los vinos turcos.