La isla griega de Santorini es un lugar maravilloso para una escapada, y su capital, Fira, es una visión de los impresionantes acantilados y las prístinas construcciones totalmente blancas. El Museo Arquitectónico contiene artefactos minoicos de los antiguos cimientos de Fira, y varios monasterios e iglesias ofrecen una perspectiva de la estructura religiosa histórica y contemporánea de este hermoso pueblo. Explorar las tiendas y los cafés a lo largo de las estrechas veredas de Fira es una manera relajada de pasar la tarde.

Oia es una población incrustada en los acantilados, cuyos visitantes pueden contemplar las casas construidas para los capitanes de los navíos venecianos, así como las "casas-cueva" típicas de los aldeanos. Aquí hallarás los edificios de color blanco puro y tejados de colores tan representativos de la arquitectura griega y, seguramente, lo pasarás bien fisgando por sus callejas. Pero no te marches en una hora, quédate hasta la puesta de sol. Es legendaria. Contémplala desde una cafetería o, mejor todavía, desde un barco... quedarás fascinado.

La isla de Naxos, un punto blanco en las turquesas aguas del mar Egeo, encarna una mezcla única de ruinas antiguas y cultura litoral. En Naxos, la más grande de las islas Cícladas, es el lugar en el que pasó su infancia nada menos que Zeus, rey de los dioses. Al llegar, se sube por una calzada a Palatia, donde se encuentra la Portara, la solitaria entrada de piedra a un templo antiguo que ya no existe y que es el símbolo de la isla. Al ponerse el sol, las vistas de la isla con el mar más allá son impresionantes.

En Paros hay playas para todos los gustos: familiares, para amantes de las fiestas, para entusiastas de los deportes acuáticos y para los recién casados. Todos pueden encontrar su pedazo de arena dorada perfecto. La brisa que susurra entre naranjos y granados es la misma que te impulsará en tus sesiones de kitesurf o windsurf. En Parikia, la capital, expresa tu respeto en Panagia Ekatontapillani, la bizantina “iglesia de las 100 puertas”, y visita las ruinas costeras de un castillo medieval construido con los restos marmóreos de un antiguo templo.

Conocida como la "isla de los colores" por las tonalidades de piedras preciosas de sus aguas y por sus edificios pintados con vivos colores primarios, la isla de Milo es como una herradura que flota serena en el mar Egeo. Aquí fue donde se descubrió la famosa Venus de Milo. Aunque la estatua se encuentra ahora en el Louvre, Milos cuenta con otras bellezas dignas de admiración. Cuenta con decenas de playas, todas ellas con distintos colores y combinaciones de arena, piedras y conchas. Explora el antiguo teatro, las catacumbas y los molinos del pueblo de Tripiti, y termina el día con una puesta de sol de película.

Si la sola mención de Míkonos no te evoca inmediatamente edificios de un blanco brillante, cielos color turquesa y cuerpos bronceados al sol cubriendo playas de arena dorada, sin duda has estado viviendo en una cueva. La isla griega más popular del mar Egeo rebosa energía por todas partes y atrae a una diversa y exclusiva multitud que se entrega a su elegante vida nocturna. Durante el día, se puede disfrutar de algo de intimidad en las playas más apartadas de la costa norte, pero las del sur son una fiesta sin descanso. Practica esquí acuático, windsurf, parapente, monta a caballo o resérvate para la noche, como seguramente harán la mayoría de los que coincidan en Míkonos contigo.

Los típicos edificios encalados flanquean el laberinto de callejas de Míconos, la mayor ciudad de la isla griega del mismo nombre. La calle Matoyianni tiene un encanto especial. Los molinos emblemáticos del siglo XVI montan guardia sobre la población desde las colinas que la coronan. El molino de Boni está totalmente operativo y forma parte del Museo agrícola de Míconos. El Museo marítimo del Egeo y el Museo del folclore te ofrecerán una interesante introducción a la rica historia cultural y económica de la zona.