Parece mentira que en 2022, todavía vayas a restaurantes y no tengas forma de saber qué alérgenos tiene cada plato. Por si los dueños del restaurante no han tenido tiempo desde 2014 a leerse la normativa, se la facilito:
"De acuerdo a la Normativa 1169/2011,...conocida como Ley de Información Alimentaria (Alérgenos), desde el pasado 13 de Diciembre de 2014, todo operador alimentario está obligado a informar sobre los alérgenos presentes en sus productos mediante un sistema que permita identificarlos claramente"
Dicho esto, nuestra experiencia vivida en este restaurante ha sido, como poco, de cámara oculta. Nos sentamos a comer y pido la carta de alérgenos, ya que la carta de menú no cuenta con ella. La camarera dice que no tienen de eso. Le señalo que es obligatorio y al momento, vuelve, notablemente nerviosa y se limita a decir 'ah bueno, no tenemos pero si me dices qué vais a pedir pregunto en cocina'. Al poco, vuelve y me indica que en la carta de la web si aparecen reflejados. Falso, no están.
Acto seguido se acerca otra persona del restaurante y nos dice que ella misma nos informará si el alérgeno está presente o no en el plato. Depender de la memoria de una persona sobre los alérgenos presentes en cada plato es cuanto menos, arriesgado. Sobre todo, si dices que eres alérgico a las proteínas de la leche y te pregunta si es a la lactosa. Si no sabes las diferencias entre la intolerancia a la lactosa y la alergia a las proteínas de la leche, ya sabes qué información sobre alergias y contaminación cruzada puede tener un profesional de la hostelería.
Hay que decir que la normativa no dice cómo se debe informar pero si indica que debe ser CLARA, EFECTIVA y ACCESIBLE. Y este restaurante no cumple con ninguna de las tres.
Teniendo en cuenta cómo he estado después de comer allí, tengo claro que la información que me dieron sobre la presencia de alérgenos no era correcta. Demos gracias que en mi caso, no he necesitado una dosis de adrenalina intramuscular y me comeré mis dolores yo sola en mi casa. No he comido nada más en todo el día y ya al salir de allí noté que algo no iba bien, así que cero dudas de que he comido algo que me ha dado alergia.
Concretamente, 55 euros me ha costado hoy la reacción alérgica que he tenido. Desde luego, no olvidaré la experiencia de comer en este restaurante, pero para NO VOLVER. A mi estómago también le va a costar unos cuantos días olvidarse de la visita al restaurante.
¿La comida estaba buena? Si, pero con la salud no se juega. Asi que si tenéis cualquier tipo de intolerancia o alergia, buscad otros sitios que sobran restaurantes en Aranda donde comer bien. Desde luego, no os deseo que acabéis como yo. Me quedé con ganas de haber puesto una hoja de reclamaciones y después de mi reacción alérgica, me arrepiento aún más de no haberlo hecho.Más