Habíamos ido en tiempos mejores del restaurante, sin duda. Ninguno salimos contentos esta vez. Reserva para diez personas: 15 gambas, 15 croquetas, 15 calamares… Allá cada quién con su política comercial, pero como hipótesis podrían asimilarse algo las raciones al número de comensales… Con menú...“pactado”, casi 40 minutos entre los entrantes y el segundo plato (teniendo en cuenta que sólo se podía comer 1 ½ de cada entrante, acabamos pronto los mismos, y a esperar…). Picaña muy distinta según el trozo que tocaba, bodega flojita y no barata, copas muy sucias (todas), incluso con carmín (si el lavavajillas no puede con restos, el que pone la mesa debería de vigilar), postres mediocres y menú caro para lo que ofrece…
Vamos, que ni bueno, ni bonito ni barato. Bye, bye…Más