En primer lugar dar las gracias al personal por su amabilidad extrema, y adaptar el menú "María José San Román" a los gustos de uno de los comensales. Esta ha sido mi tercera visita aquí, y lamentablemente para mí, esta última ha tenido unos detalles...negativos no a la altura de un restaurante de *. A la hora de elegir el menú (entiendo esto seguro no me ha ocurrido a mí solo), la diferencia en número de platos entre el menú "Monastrell" y el "María José San Román" es solamente uno. El personal nos explicó que a parte de ese plato, la otra diferencia era la cantidad de caviar y la trufa que acompañaban a otros platos. Me parece que esto genera dudas. Además, como la diferencia de precio es sustanciosa (también el maridaje se incrementa), a toro pasado me hubiera quedado con el menú "Monastrell". En uno de los aperitivos, tartar de cordero, me encontré unos trocitos de cartílago (quitando eso, estaba delicioso). Luego, el plato de bogavante, una vez servido en mesa tuvieron que retirarlo porque se habían olvidado en cocina del caviar (la persona que lo servía se dio cuenta por sí misma, pero ya en mesa, tarde). Comentar, que este plato me decepcionó, cuando pienso en bogavante me viene a la mente un sabor realmente sabroso y potente... cosa que no encontré aquí. La carne estaba fría y algo dura. No entendí el sentido del plato, y el delicioso caviar no lo salvaba. Más adelante, los platos de arroz los sacaron a la sala, pero no los sirvieron... los volvieron a pasar a cocina. Entendimos que probablemente se olvidaron la trufa o era poca cantidad y lo pasaron para rectificar. Sobre este mismo plato de arroz, algunos trozos de cococha estaban realmente salados, y estropeaban todo. Comentar, que las presentaciones a mí forma de ver podrían estar más cuidadas y con más elaboración. El maridaje, que es algo que adoro, y que sin él, un menú de estos se entiende a medias, me pareció algo flojito y con dos puntos negativos. En primer lugar, casi todo el servicio era la misma forma de copa. En un estrella Michelín la copa ha ser la óptima para el tipo de vino servido. El primer espumoso y blanco, aunque cumplían perfectamente su función y encajaban con los platos, me parecieron muy normalitos y no a la altura. El único vino tinto, que si no recuerdo mal tenía 18 meses en barrica en roble francés, no estaba apenas aireado, necesitaba respirar bastante más. Un maridaje correcto, pero regular relación calidad-precio. Para cerrar en positivo, me encantó: * La ostra, textura perfecta y sabor potente a mar, fresquísimo * El plato de cigala, con su maridaje, es realmente excelente. Potentísimo * El arroz con bacalao, esta vez sí que he probado un arroz aquí que rozaba la perfección (quitando el tema mencionado de alguna cococha que quedó salada) La comodidad del aparcamiento y las excelentes vistas siempre serán un plus, pero me duele ver el restaurante con peores detalles que las anteriores ocasiones. Espero que en mi siguiente visita se haya corregido el rumbo.Más