Cuando acudes al restaurante, que forma parte del Hotel Kempisky de Estepona, lo primero que llama la atención es la elegancia, el buen gusto y la buena armonia del local. Ubicado a la altura de las piscinas, en un entorno lleno de vegetación, magníficamente iluminado...(actualmente sólo abre para dar cenas), el mobiliario y la decoración son para nota. El servicio bueno, con personal muy cualificado, y muy atento. Y hasta aqui lo que podríamos detacar como muy bueno. La carta me parece escueta para un lugar de este nivel, se basa en varias carnes (de importación), 2 o 3 pescados frescos, y entrantes típicos (pata de pulpo a la brasa, ensaladilla rusa, algunas ensaladas, un tataki de atún y algún otro clásico), en fin nada nuevo, nada de cocina elaborada, con carnes canadienses que aportan poco o nada, y la clasica lubina a la parrilla. No creo que la cocina esté a la altura del local, y más si pides patatas fritas de acompañamiento y son congeladas (¡en el restaurante de un Hotel de 5*!). La carta de vinos amplia y cara. Este restaurante está pensado para extranjeros, y sinceramente carece de personalidad propia. El precio con una botella de vino de los más baratos, con postre pero sin copa, y por supuesto sin nada de marisco, se va a 80€ por persona, y sinceramente, hubiera preferido pagar 100€, perosi el restaurante hubiera cubierto nuestras expectativas.Más