Yo creo que en algunos sitios y algunos camareros en Sevilla, recalco "algunos", -ya que por suerte no son mayoría y hay muchos más cumplidores con su trabajo- piensan que los no sevillanos tienen un retraso en sus... Más
Yo creo que en algunos sitios y algunos camareros en Sevilla, recalco "algunos", -ya que por suerte no son mayoría y hay muchos más cumplidores con su trabajo- piensan que los no sevillanos tienen un retraso en sus capacidades respecto a los sevillanos (es posible que no tengamos "tanto arte" como algunos de ellos dicen que tienen, pero tontos no somos). Lo digo porque pueden llegar, siempre estos "algunos" a querer hacerte tragar sapos indigeribles como si fueran delicias de la tierra (¡y mira que las hay ricas!). Como estás de paso, de vacaciones, o eso creen ellos porque a lo mejor llevas trabajando en la ciudad 20 años, pero no has querido perder tu acento, y no eres sevillano, pues pueden ponerte en un plato la porquería más impresentable, que te la venderán por la joya de la corona y, si les discutes, encima te harán pasar por ignorante y te faltarán el respeto. Tal vez la culpa haya sido del cocinero -capaz de echar esos trozos abominables de "carne" secos en un plato por los que te cobraron 15 o 18 euros sin ninguna vergüenza- pero lo malo es que el camarero trata de explicarte por qué tiene ese aspecto la carne (como si fueras tarado), cuando lo que tendría que haber hecho al mirar el plato y quejarte tu era haberlo llevado de vuelta a la cocina y traerte uno en condiciones (que lo saben hacer cuando quieren). Si eres mujer y has pasado los 60, aun te tratarán peor. Eso pasa en ciertos sitios de Sevilla, pese a que no nos guste porque los dueños de esos restaurantes no están atentos a lo que hacen algunos de sus contratados, sean camareros o cocineros. Es un problema de ignorancia y de creerse, para suplir su propia ignorancia, más listos que los demás, que ¡por supuesto somos guiris y tontos todos...! Dan lástima esos comportamientos y dan una visión del sitio bastante penosa. Espero que el dueño o gestor de La Bodega tome nota y se espabile un poco, para no perder clientela. Los bares suben su fama y también pierden clientes por su atención. Hay temporadas buenas a las que a veces siguen las malas...