Volví a casa como cada año, y llevé a mi marido a conoceros, tan temerosa de que no le gustara como ilusionada por hacerlo, porque anda fastidiado de salud y quería llevarlo a un sitio especial. No sólo le gustó, sino que dijo: "esto sí,...esto sí". Comimos, volvimos a cenar, volvimos a comer al día siguiente, y no cenamos porque nos teníamos que ir. Tanto le habéis gustado, que ahora que nos vamos a mudar quiere que sea cerca de vosotros!, así que nos veremos pronto y muy muy a menudo. Un servicio impecable, atentos sin ser invasivos. Los platos, una garantía como siempre, con la mejor materia prima, sin grandes alharacas, porque quien tiene una buena mano, no. necesita un farol. El ambiente familiar y tranquilo. Que ganas de volver. Mil gracias siempre.Más