El restaurante ideal para llevar a padres, sobrinos, novias, primos, abuelos, hijos políticos... para toda la esquela, vaya. El producto, excepcional. La atención, lo mismo. El precio, el justo. Pidas lo que pidas, está muy, muy, bueno. Comer allí es también pasar un rato muy...agradable (¡manteles de tela!). Como dije, todo está buenísimo, pero el milhojas es para morirte y que allí mismo redacten la esquela.Más