Teníamos reserva, pero me sorprendió la escasa asistencia en comparación con las ocasiones pasadas. La razón vino con la dolorosa. Han pasado de servir buen material a precios asequibles, a dar buen material a precios de mercado, y el mercado está muy alto. Propuse cambiar...el tradicional centollo por unas cigalas; y fuí respaldado, incluso mi amigo propuso que dos por cabeza; menos mal que el camarero, joven y atento, nos cantó el precio de los sabrosos bichitos… er, bueno, pues mejor una grande por cabeza. Y aún así, tuve que volver a entonar la canción de Danza Invisible: ‘no perdono a mi padre que no fuera rico’. Eso sí, la opción, o puede que no, motivó que nos cambiaran de mesa escueta, a otra con amplitud suficiente. También disfrutamos de bígaros, algo caros, anchoas, buenas y caras, chipirones encebollados, sabrosos y algo escasos, y un machote para tres: buena cantidad, buena hechura, buena frescura y buen sabor. A las cigalas, les sobraba algo de aceite para ser a la plancha. No sé por qué me dejo convencer cuando están mucho más ricas, al vapor. Y menos mal que el Blanc Pescador no estaba más sobrepreciado que de costumbre. Todavía aturdido por el golpe monetario, nos acercamos al puerto a airearnos y a almacenar que la reincidencia tendrá que ser sopesada.Más