Digamos que en Valencia existe algo así como una "liga" de los restaurantes caros o de alto standing (Camarena, Poblet, Sucede, Riff), donde uno, además de probar platos inusuales, se supone que debe tener todas las comodidades, servicio y bodega.
Luego habría una especie de..."segunda línea", más informal, donde estarían lugares como los low cost de los chefs titulares de los anteriores sitios...y también algún bar o gastrobar que se sale de la norma y que, con instalaciones y recursos mucho más modestos, se proponen "jugar a la sorpresa" y ofrecer algo diferente.
Estos sitios son como oasis en mitad del desierto. Son baratos, son relajados, se salen de la norma, pretenden ser, a su manera, excelentes.
La última, pero estelar, incorporación a nuestro top de gastrobares favoritos (Miso, Mil Grullas, Bar Tonyina) es este sitio diminuto, aún más modesto que los otros, pero que puede presumir de ser un lugar auténtico y con encanto.
El ambiente, podría decirse que es cool, pero sin postureos (prácticamente sin pretenderlo) y la cocina ofrece un nivel muy alto y original en todas las tapas (o más bien, platillos) que probamos el anterior finde.
Carta tal vez algo pequeña, pero sin desperdicio, que, al parecer, rotan bastante cada semana.
Camareros muy majos y esforzados y relación calidad precio...de lo mejor de la ciudad, actualmente.
Conviene reservar, porque el lugar es pequeño y el otro día estaban hasta arriba.
Ojo cuidao!!! No tienen datáfono y hay que pagar en efectivo.
Me tocó dar (punto negativo) un paseo hasta un cajero, que no estaba demasiado cerca.
Aún así, volveremos.Más