Florencia se lo pone fácil a los viajeros: es una ciudad compacta, llana y fácil de explorar, y toda la zona del centro es una atracción en sí misma. En tres días, podrás ver las principales maravillas arquitectónicas que alberga, dejarte deslumbrar por obras maestras del arte occidental, pasear por sus calles adoquinadas y relajarte con una tabla de quesos y un chianti.

Florencia es preciosa. Camines por donde camines, te encontrarás con palacios renacentistas o con una espectacular vista del río Arno. Los florentinos están muy orgullosos de esto y, a pesar de todos los turistas (sí, hay muchos), vale la pena descubrir esta ciudad. Lo sé por experiencia propia, ya que estoy casada con un italiano y tengo la suerte de venir aquí a menudo.

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