Acudí a comer en una calurosa tarde de agosto, en plena canícula. Sabía que ir a un italiano en plena Guadalajara era mala idea, pero soy de riesgos, de jugármela, de arriesgar, de creer en una mejor vida. Es lo que tiene haber ido a...un colegio jesuita. Maldita sea esa profesora de primero de primaria que me hacía cantar cada mañana.
Será un sitio al que no vuelva. Voy a explicar por qué.
1. No es un italiano auténtico.
2. Los postres parecen de Clesa
3. Parece barato porque la pasta es un tanque de 13€ pero te lo clavan en todo lo demás
4. Sabores artificiales
Son una franquicia, pero hay franquicias y franquicias. Las salsas son a la americana, no tienen la 'magia italiana' que se presupone de un restaurante italiano.
Pedí un postre que era una calamidad. Limoncello, merengue y mascarpone y, por Dios... El mascarpone NO ES NATA. Es una tarta de cumpleaños que nadie quiere y te la comes forzado porque te la sirve la madre de tu amigo.
La decoración del sitio es totalmente teatral y, como digo, llenan a más no poder los platos de pasta para, mediante la abundancia, camuflar una falta de calidad en los alimentos más que evidente.
En mi caso pedi unos sacotini de pecorino y pera. Y, vamos a ver, señores, señoras, personal de la vida, Ángeles, arcángeles y demonios, todos juntos... MAL. Solo sabe a extracto de jugo de pera ARTIFICIAL dulzón y simple, quiero pasta, no un sugus.
La mafia se sentará a la mesa, pero este que aquí os habla no volverá a sentar sus posaderas en tremenda tropelía de lugar, arcaico, desarraigado y fuera totalmente de las necesidades que se le deberían exigir a todo local que se vende como italiano. Once meses estuve de Erasmus en Florencia y ahora mismo lo único que me apetecería tras haberme hecho el harakiri yendo allí es terminar como Mussolini en la plaza de Loreto de Milán.
Ni una más, señores. La auténtica mafia reside en los responsables del lugar.Más