Que descubrimiento tan encantador. Lo que parecía ser una cafetería restaurante “normal”, se convirtió al traspasar sus puertas, en el salón de una casa de la abuela; con su decoración, mesa camilla y tapetes incluidos, chimenea, sillones entorno a las mesas, vajilla, además de acompañar...unas viandas exquisitas y una atención de 10. A destacar el revuelto de la casa, las croquetas y un queso curado en su punto. El detalle de las servilletas, añade un toque más a los premios recibidos en varias ocasiones. Muchas gracias.Más