Hemos ido muchas veces a este restaurante, cada año solemos ir en 3 o 4 ocasiones. Aunque es un sitio grande, habilitado para celebraciones, el servicio y la calidad no se resienten. La última vez probamos el risotto con champiñones, el entrecot y el abanico de ibéricos. Quizá en esta ocasión el entrecot no estaba al nivel que acostumbra, pero la nota general es de notable. De postre probamos la crema de chocolate blanco, muy bueno. Buen servicio, buenos platos, precio adecuado, ambiente familiar y vistas panorámicas a la montaña.
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