No es para nada lo que se espera de un 5 estrellas.
Lo que llaman suites en realidad son apartamentos más bien oscuros y con una implementación lumínica objetivamente deficiente en el espejo del cuarto de baño (imposible maquillarse en condiciones) y desagradable en el resto de la casa a la hora de crear un ambiente agradable en la habitación.
Lo que llaman colchones "king size" son 2 colchones pegados con su correspondiente frontera entre ellos. Ni siquiera se molestaron en poner un cobertor de colchón para mitigar el borde entre los dos colchones.
La arquitectura del hotel remite más a una barriada que a un hotel.
El personal de desayuno y restaurantes es en general (no quiero generalizar, encontramos algunas personas muy agradables y educadas entre el servicio del hotel), fui con una persona con la que hablaba en inglés, el personal no sabía que podía entender sus comentarios. Me da pudor repetir lo que tuve que oír de algunos de los empleados durante el desayuno.
La calidad de la comida en desayunos es buena.
El desayuno se sirve de 7 a 11. Una mañana llegamos a las 10.45, que fue exactamente la hora en la que empezaron a desmantelar el buffet de desayuno de forma estruendosa. Quiero pensar que lo mínimo exigible a un establecimiento de 5 estrellas es, como mínimo, que las labores de limpieza y recogida de la zona de desayuno no comiencen hasta que el cliente haya terminado de desayunar.
La calidad del restaurante Tagara es mediocre y con unos precios ridículamente inflados. Se venden como cocina chic canaria, una especie de versión refinada de la cocina local, yo soy canaria. Pedimos supuestamente un un pescado fresco a la plancha y recibimos un pescado refrito que bien podía haber estado congelado porque no sea preciaba en absoluto la conocida exquisitez de un pescado fresco de nuestras costas, como el que se sirve en cualquier bar de playa de la zona costera en las islas. Por supuesto las papas arrugadas eran del tipo "papa blanca", si voy a pagar el plato de papas arrugadas a 20€, lo mínimo es que sean "papas bonitas", tal vez a un extranjero se la puedan colar, pero los canarios conocemos la excelencia de nuestros productos locales y podemos aceptar que en determinados contextos se quintuplique su precio sobre cualquier restaurante medio, pero lo que es inaceptable es que la calidad sea baja o no llegue a los estándares de cualquier restaurante "barato" (pero respetable) de la isla. éramos conscientes de qu estábamos en un establecimiento de budget alto que estábamos dispuestas a pagar con alegría pero por lo que no paso es por una calidad deficiente y una cantidad ridícula de producto en cada plato. Unas gambas al ajillo que creo recordar cobraron a 40€, venían 5 tristes gambas nadando en aceite. Una vergüenza.
A pesar del decepcionante precedente en el restaurante Tagara, a la siguiente noche quisimos conocer el restaurante Melvin, que ese encuentra igualmente en las instalaciones del hotel Terrazas de Abama. Un nombre como el del chef de Martín Berasategui debía ser una apuesta segura. ¡¡ERROR!!. En ambos casos, enTagara y en Melvin comenzamos nuestra cena a las 21.15h. A las 22.00h, cuando aún no habían servido el plato principal, empezaron a recoger el restaurante con el mayor estruendo que se pueda imaginar. Mientras cenábamos estaban desmantelando el restaurante para montar el desayuno del día siguiente. La verdad es que dicho así suena increíble, pero es la realidad más triste y absoluta. En un restaurante en el que se paga a 150€ el cubierto lo menos que se espera es que haya un ambiente agradable. Las mesas son las mismas que las del desayuno y en vez de manteles de lino, lo que tienes es un salvamanteles de plástico a juego con las mesas desnudas en el mismo material. La iluminación del restaurante es más propia de un supermercado que de un restaurante sea cual sea la categoría que tenga.
El servicio de habitaciones, me refiero a la comida que puedes pedir para comer en la habitación, en este caso una pechuga de pollo a la plancha (20€) y una ensalada (15€) estaban volcados, volcados, ambas raciones, directamente en sus recipientes de cartón, una porción ridícula, servida de forma infame. Tuvimos la precaución de sacar una foto del aspecto demencial de esa comida y accedieron a no cobrarla.
Lo mejor de la estancia. La señora de la limpieza, a quien pedimos no limpiar nuestra habitación ese día pero que se pasó parte de la mañana atenta a si abríamos la puerta de la habitación para "al menos" cambiarnos las toallas y llevarse la bolsa de la basura. Genial la señora. Encantadora y eficiente.
Desaconsejo este hotel por todo lo dicho, la sensación tras la experiencia ha sido muy frustrante. IMPORTANTE todo el complejo está infestado por moscas súper agresivas que hacen que cualquier paseo por el complejo o estancia en la piscina sea una pesadilla desesperante.