Local pequeño y coqueto, decorado con sencillez y encanto, frente al castillo de Villafranca. La carta, corta y sugerente, muy bien. Bien el medallón de foie, bueno el rabo de toro y estupendo el codillo. Vino: mencía Demencia a precio de tienda o poco más. Servicio cercano y amable, aconsejando (incluso advirtiendo si considera que va a sobrar comida) y sin apabullar.
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