El pasado fin de semana estuve con un grupo de amigos cenando en este restaurante situado frente a la iglesia de Gáldar. El local estaba lleno, sin embargo una empleada nos comentó que han ampliado el restaurante con un nuevo salón.
Nada más entrar al mismo nos sorprendió el buen gusto en su decoración, respetando incluso la que fue antigua cocina de la casa. Ya sólo por el ambiente que han logrado crear vale la pena la visita, felicidades.
Pedimos varios platos para picar, destacando especialmente el codillo, el queso frito, pollo frito, crujientes de pollo, huevos estrellados, así como los ibéricos. La materia prima es muy buena y en la cocina saben lo que hacen.
De postre pedimos tarta de almendras y polvito uruguayo.
Quedamos muy contentos con la visita y con la atención, ya que a pesar de estar el local lleno fueron muy atentos y diligentes.
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