El marco del hotel, muy muy bonito el hotel esta aceptable, pero baja mucho en tema de desayuno; pocos medios, servicio escaso, y sobretodo falta de previsión en un puente como el de la Constitución. Además puedes fallar el primer dia del puente porque no cuentes, que todo el mundo desayune, pero que te pase también el siguiente, es por mala organización.
El hotel, las partes comunes son muy bonitas, tiene un patio central especialmente bonito, pero el hotel en sí es regular, sobre todo porque es bastante antiguo, con mobiliario anticuado y el baño de los años 70, necesita una reforma. El desayuno un poco flojo. Es más para tomarse un café allí y verlo
Como hotel, normalito. Habitaciones muy funcionales e impersonales. Grandes, eso sí y con camas y baños correctos. Pero frias y sin personalidad alguna. Incluso un tanto austeras.
En cambio el edificio, un antiguo convento que aun conserva parte de él dedicado a centro de enseñanza, es magnífico y merece la pena detenerse un rato a leer o conversar en el claustro, que se utiliza en ocasiones como restaurante.
La cocina del Hotel, muy buena y la ubicación del hotel, sin ser muy céntrico, está cerca del casco antiguo de Miranda y en pocos minutos andando, se llega a la plaza central
Quedé sorprendida con el diseño del hotel, si bien mi habitación era bastante simple, y al parecer todas lo son. Pero está bastante bien para pasar uno o dos dias.
Yo pondría más iluminación en la ducha, era algo oscura. La atención fué buena.
Antiguo convento que podría tener una mejor restauración adaptándose a los tiempos actuales. A 15 minutos a pie del centro. Poquísimas comodidades, habitación antigua con camas incómodas, sin internet ni wifi, Tv pequeña. Servicio normal, sin excesos de agradecer o ayudar al cliente. Buena comida casera.
Las habitaciones espaciosas aunque un poco básicas, pasamos un fin de semana tranquilo. Lo mejor el restaurante la comida muy bien elaborada y el trato muy cordial, el menú degustación esta muy bien y es muy completo.
