Fuimos mi pareja y yo y estuvimos a gusto, lo más destacable es el edificio en sí, precioso y restaurado, con una localización estupenda en la plaza de los Fueros de Orduña, que es muy bonita. Nuestra habitación daba a la plaza, y la verdad que estuvimos tranquilos (época COVID con toque de queda, eso sí). El trato del personal también fue bueno.
Respecto al balneario, es verdad que no es muy grande pero tiene lo suficiente, el circuito de 60 minutos se disfruta mucho, y el hecho que esté en el propio edificio y las paredes sean de piedra tiene mucho encanto.
Sobre las habitaciones, son grandes, aunque con una decoración algo sobria. A destacar que en lo que es el dormitorio no había luces en el techo, solo las de las lamparitas de noche, lo cuál creo que es algo a mejorar.
Por último el Buffet del desayuno correcto, sin grandes alardes. Como sugerencia en esta época de COVID (y que hemos visto en otros hoteles) yo pondría monodosis e intentaría minimizar el contacto con utensilios comunes. Te echan alcogel y hay turnos para entrar, eso sí.
En definitiva, una experiencia agradable que tiene en el edificio su principal atractivo. Más
- Wifi gratuito
- Aparcamiento gratuito