El hotel ocupa parte de un edificio de apartamentos, de modo que los huéspedes comparten las instalaciones con los propietarios de esos apartamentos. Todo está muy cuidado y limpio, las vistas al lago son geniales, el acceso es muy cómodo ya sea en coche o andando, el desayuno (poca variedad pero calidad razonable) mirando el lago es una maravilla. El problema es que la hierba del jardín no se puede pisar (!) y lo advierten con gran profusión de carteles, el horario de la piscina es restringidísimo, no se puede correr ni saltar, y como se te descontrolen un poco los niños ya te miran todos con ojos como puñales. Es decir, reinan las normas tipo "comunidad de vecinos tiquismiquis" y da la impresión de que quienes se alojan en el hotel están como de prestado, sólo para mirar y no tocar. En ese sentido daba un poco la impresión de residencia geriátrica. El wifi es gratis, pero sólo se pillaba en la recepción. No tiene restaurante ni posibilidad de comer nada más que el desayuno, pero a 5 minutos andando está el centro de Sárnico.