Hace un mes estuve en este “hotel emporium” en el que viví una experiencia totalmente surrealista. Tuve la necesidad, por no llamarle “emergencia”, de salir del hotel de madrugada para buscar un medicamento en una farmacia. Y ahí empezó la odisea.
Imaginaos que al bajar a la puerta del hotel (de la que no os han dado llave) intentáis abrirla para salir a la calle pero la encontráis cerrada a cal y canto no solo por fuera sino también por dentro. Inmediatamente pensáis en recepción pero veis que también está cerrada y que no hay nadie a quien llamar ni más accesos por donde salir. Hay un timbre, pero está fuera, en la calle, y vosotros estáis encerrados dentro. Miráis una y mil veces por todas partes y no veis ningún mecanismo automático señalizado, visible y cercano a la puerta que permita abrirla desde el interior. Y tampoco hay ningún aviso o anuncio, ni allí abajo ni en la habitación, de qué hacer, a qué teléfono llamar o donde acudir para salir del edificio por la noche.
En definitiva: imaginaos encerrados de madrugada en un hotel a oscuras contra vuestra voluntad y sin posibilidad clara de salida.
Finalmente se me ocurrió llamar con el móvil al teléfono del hotel, que no sonó en la recepción, pero despertó a alguien que dormía vaya a saber donde. Tuve que esperar un buen rato a que un “señor” en pijama bajara y me dejara salir, repitiendo luego el mismo ritual para facilitarme la entrada. La sensación vivida es inenarrable, no puedo encontrar una etiqueta adecuada. Sentirse preso y forzado a estarlo es difícilmente calificable. Hoy, desde la distancia, continúo viviéndolo igual: INCREÍBLE.
Esta reseña es para que todo aquel que decida elegir este lugar sea consciente de que sus opciones serán limitadas en cuanto a libertad se refiere. La base de la misma está en elegir, por ello estas notas. Feliz elección.